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Perro malo está en todas partes

Dr. Arturo Castro.- La vida nos muestra las más diversas facetas de la sociedad que van de la angustia a la felicidad en su convivencia colectiva, a través de distintas épocas ha aprendido y desaprendido aquello bueno y malo que le han dejado como herencia solo reclamo y frustración, claro, con las honrosas excepciones de aquellos que son o se dicen diferentes.

La idea de tener una ciudadanía responsable es la tarea permanente del sistema político que tenemos, se busca que participe en los asuntos públicos de manera activa, que opine de todo aunque no sepa nada de algo.

La sociedad quiere ser de lo mejor, por ello habla y actúa en base a su conocimiento que convertida en individuos arriesga la cordura por aquellas mentiras verdaderas que le impone el aplauso sin cesar a los Césares del momento, dejando el origen a un lado al ver el futuro imaginario que viene.

El tiempo valora y provoca los juicios respectivos, después de muchos no y pocos sí, el individuo rara vez analiza su esencia de vida, sus aspiraciones y sus motivos, observa la vida como una maravilla contestando a todo “sí señor”, el sabor solitario de los días pasan sin la gloria que tampoco le apena no conseguir.

Resulta que existen muchas formas de existencialismo, aceptando y creyendo en sus sueños que parecen realidad; le canta a la vida rescatando el mito de poder volar sin esperar a aprender a correr, tal vez ni siquiera caminar.

La sociedad tiene una valentía que describen los estudiosos con desgano, le dicen machista, tomadora y admiradora del mañana porque el hoy es para planear lo que se debe hacer aunque todos los días son hoy para aprender a esperar un futuro que parece lejano por demás.

Perro malo es solo una expresión para describir a quien cause descontrol y discriminación, camina fuera del camino, sorteando las vicisitudes que aparecen, no sabe mucho de casi nada pero maneja con maestría cualquier tema, desde la lluvia hasta el mundial de béisbol que se celebra en estos momentos.

Perro malo está en todas partes, amigablemente en la mesa de café del Sanborns, en la lucha libre, en los dibujos animados y hasta en la casa del vecino, este último de cuatro patas tuvo problemas policiacos al ganar su última pelea con uno de menor división que terminó tendido en las calles de la ciudad.

 Lo bueno de su existencia es que magnifican la verdad que a veces parece una maldad, sorprenden estos personajes cuando imaginan fantasías extremas que engañan a cualquier interlocutor jugando bonachonamente como Scooby Doo.

La política presidencial tuvo a su perro malo en alguna devaluación que no alcanzó a salvar al peso como moneda de cambio frente al dólar, hiriendo a la sociedad que creyó aquello que no creía que estuviera sucediendo.

Así el político aparece como cualquier perro malo, mencionando la hora del cambio que solo sobrevive en el discurso, que no cambia ni salva la vida de nadie pero sí la enriquece por la fe y esperanza que se percibe en el entorno social.

La sociedad no está enferma al creer aquella promesa gubernamental, que si bien no viene precisamente de un perro malo, sino de la autoridad que le hace ver que espere con tranquilidad los procesos de cambio del nuevo destino que le hará extrañar su cotidianidad.

Destino que depara la posibilidad de la tranquilidad para seguir participando en la cosa pública sin descuidar sus preocupaciones personales, a pesar de que a veces se juntan las piedras necesarias en el andar para arrojarlas en el momento adecuado.

Perro malo también vende quesadillas en Villa Ahumada, ofrece a los viajeros lo mismo que todos pero con diferente estancia al calor de la plática, continúa una tradición familiar en esa más grande tradición alimenticia de la región.

Existen muchos perros malos conocidos y otros tantos navegan en el anonimato que ofrece la oportunidad para realizar contenidos sin ser reconocidos, léase las redes sociales que sin ninguna razón opinan por opinar convirtiéndose en creencias para esta sociedad hambrienta de estigmas paradigmáticos.

La sociedad tiene ganas de una vida con sentido que le marque un desarrollo que le ayude a inspirarse para reinventarse obteniendo lo mejor de sí y del mundo exterior.

Gobierno y sociedad presentan una clara dicotomía que les permite avanzar en el tiempo, un tiempo que ordenadamente va transformándose en un beneficio mutuo buscando alejarse de la crítica para dejar lugar a la sana convivencia esperada por demás.

La inteligencia social también está en todas partes, solo hacerla valer para curar las infidelidades políticas de este y todos los tiempos que le marquen nuevos derroteros y afinidades de la vida en el común para gracia de todos y cada quien.