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Percha presidencial

Raúl Ruiz.- Dejemos por un lado las especulaciones triviales sobre quién de los tres aspirantes calificados por el presidente como corcholatas, sería el candidato de Morena a la candidatura del 24 y, eventualmente, futuro presidente de México.

Que me perdonen Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña por no incluirlos en la terna. Ambos saben que no tienen posibilidades de llegar a la candidatura; contimenos a la Presidencia. Y por el lado opuesto, un yermo desolador.

Imagine usted a Cristóbal Colón por meses y meses con el ojo pegado al catalejo de 35 aumentos, buscando tierra en el horizonte. Así de atormentados y descorazonados andan los adversarios de Morena, buscando un candidato en el desierto. Alguien competitivo que pueda revertir la avalancha Morena que se percibe para las elecciones del 2024.

Piensan que tienen oportunidad de jugar con el tiempo y decidir faltando quince para las doce por ese candidato. Insisto, ¡No hay tiempo!

A dos años del cambio de estafeta, las corcholatas están en sus puestos y trabajarán en equipo para proteger al Delfín que escoja el presidente, para sucederlo. Y tiene que ser así porque es una estrategia de supervivencia como régimen de gobierno. Esto no se acaba de inventar, es una jugada elemental, concebida por los priistas de cepa para permanecer en el poder cuando menos por ocho décadas o más.

Uno de los tres ya sabe que él es. Y los otros dos, ya saben que él va a ser, así que jugarán a hacerse sorprendidos. Este juego tiene sus variantes, pero el prestidigitador maneja más salidas que túneles hay en Turquía. Mientras que los prianistas no traen uno competitivo.

De todas las fichas antagónicas a la 4T, Dante Delgado Rannauro, propietario del partido naranja, cría y sobrealimenta la figura de Luis Donaldo Colosio Jr. para que, una vez cebado, lo ofrezca como si fuera pavo navideño al mejor postor.

Él dice que nunca apoyaría a un candidato de la aberración concebida como Va X México porque han sido un desastre electoral, pero ¿Qué tal si el candidato presidencial fuera su pavito navideño y logra que los otros partidos de unan a su candidato?

Atractiva idea. Sin embargo, difícil que este escenario sea factible, pues aunque en desventura, el orgullo y la soberbia de los pitufos acabaría con la posibilidad. Como los tomateros de Sinaloa cuando no obtienen el precio que quieren por su producto, lo dejan pudrir y lo tiran al río al tiempo que dicen: “bien vendido, ¡o bien podrido!”

Los naranjas dan por hecho que Colosio será candidato presidencial. Tan lo ven así que el Doctor Eduardo Borunda, en Ciudad Juárez, se alista para ser su coordinador de campaña en el estado de Chihuahua. Falta un año solamente para definir las candidaturas con certeza.

Mientras esto ocurre, el presidente López Obrador, en su perversidad, comienza a soltar cohetes chifladores, como los de las peregrinaciones. Apenas el martes pasado, autorizó a la UIF, Unidad de Inteligencia Financiera a cargo de Pablo Gómez, para soltar la noticia de haber integrado una gorda carpeta contra el ex presidente Enrique Peña Nieto, como parte de la estrategia original del combate a la corrupción.

Con eso mantendrá a raya a Felipe Calderón y a Vicente Fox. Es un tema que comerá más tiempo preelectoral y evidenciará los pasivos del tricolor.

Entre la persecución y castigo a los atracadores del país; más la cadena de torpezas que Alito va dejando por donde quiera que se mueve y abre el pico, dejarán que el PAN elija a su candidato, para luego apalearlo. Los Chuchos no cuentan.

El vestuario

Tratándose de un candidato presidencial, el político debe caber en el modelo de vestuario que se está delineando en el inconsciente del mexicano. Son tantos los sectores a los que hay que atender, con quienes mimetizar, conversar, comunicarse, convencer antes de lanzar un aspirante, que los partidos deben pensar en alguien que además luzca como presidente.

Y no me refiero únicamente a la presencia física, sino a todo el paquete completo. Que hable como presidente, que tenga trato presidencial, que traiga equipo presidencial. Elemental para el manejo visual.

De las tres corcholatas visibles, ¿A quién ve usted con porte presidencial?