El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria, un poder que pretende hacerse superior a las leyes. Cicerón, estadista romano
Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Felicidades RadioNet, 1490 Información Total, por tus primeros 5 lustros 5 + un año, así como a todo el personal que labora en esa empresa radiofónica.
Como la política mexicana ahorita es el pan nuestro de cada día, en esta esquina, el Movimiento Frente Amplio por México, en esta otra, el Movimiento de Regeneración Nacional, acaudillado por un pelao de Macuspana, Tabasco, cuyo nombre es de todos los mexicanos conocido, sin admitir, en esta ocasión, prueba en contrario.
Y es que Andrés es un tipo obsesionado con el poder, con todo el poder, con el poder absoluto, todo o nada y que nadie, pero absolutamente nadie, le contradiga o le estorbe so pena de algún calificativo, su insana ambición lo ha llevado a cometer varios errores como operador político de México, más que como presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Es un ególatra tropical nato, quizá hasta narcisista, con perdón Narciso. Su egolatría es delirante, es enfermiza, se trata a sí mismo y lo dice en sus mentirosas mañaneras: ¡Ya no me pertenezco!, agregando demagógicamente, cuando le conviene, que es el presidente de todos los mexicanos y no solamente del pueblo bueno y sabio.
Es difícil creer lo anterior. Vemos en el tocayo, un hombre fuera de sí, por escribirlo de alguna manera. La sucesión presidencial se le hizo bolas y ahora se victimiza más que nunca, ve moros con tranchete por todas partes, hasta dentro de Palacio Nacional.
Para él, la tragedia por la que atraviesa México no tiene sentido, no le importa, no le interesa, no oye, no escucha y se convierte en un pésimo contador de chistes, de chascarrillos y se refugia en sus aposentos palaciegos, donde ya nadie lo puede increpar al respecto.
El Viejo ya no quiere queso, lo único que desea es salir de la ratonera y a regañadientes de su Palacio. El tiempo se le hace eterno y no haya qué corcholata dejar en el poder para manipularla a su antojo y poder continuar con la transformación de México (¿?) y acabar de mandar al diablo al sistema de salud, al sistema educativo y al campo, sobre todo en el norte.
Entonces las leyes para qué son, para qué sirven. Como decían las abuelitas de antaño porque las ogaño no saben: ¡Que sea lo que Dios quiera! Vale.