Dr. Fernando A. Herrera M.- La realidad hecha churro. Vivimos en un mundo de fantasía, o de parodia teatral, tipo churro-novela como la que personificó Pancho López, quien era el presidente de una firma de productos de belleza, durante una trama en la que todos los actores fingían vivir en un mundo de minusválidos mentales, aunque, aun en el churro televisivo, el bien triunfaba sobre el mal.
Volviendo a la vida real, que no es parodia aunque lo parezca, nuestra triste realidad, es que la verdad y la justicia no prevalecen, sino la mentira y el abuso de poder.
Hoy por hoy vivimos en un México en el que los prófugos de la justicia como Javier Corral, en lugar de rendir cuentas, tienen el poder de manipular la justicia y aplicarla según su conveniencia.
Sí, todo ello asusta y es algo que parece irreal, pero no. Los funcionarios de la nueva FGR sí están al servicio del exgobernador que desfalcó a Chihuahua y cuyos funcionarios están fuera del país, huyendo de la justicia, incluso, el mismo senador de la república está libre por la protección que recibió de los funcionarios de la FGR que, en lugar de hacer su trabajo, prefiere destinar los recursos del país para darle gusto y obedecer a este bandido que protegen bajo la bandera de Morena.
La realidad se voltea al revés y quienes debieran rendir cuentas aparecen como héroes en una realidad modificada por el apoyo de los amigos con poder que voltean o tuercen la justicia para favorecer a los amigos arrodillados ante el mesías tropical que nos gobierna
¡Pobre México! ¡Pobres mexicanos! ¿En manos de quién estamos?
Lo peor es que al estilo de Pancho López, viven en una realidad virtual que para tristeza de todos es realidad, aunque los actuales protagonistas, ni a la calidad de los actores de la parodia llegan.
El Chapulín Colorado o Pancho López
El país de caricatura en el que vivimos ya no tiene remedio. La presidente tiene un doctorado, pero no le llama la atención enterarse del tratado; está muy decidida a pagar el agua que cree que debemos.
Les comparto lo que dijo ella esta mañana. (Lo de ella es a propósito): “El agua que se va a entregar pues es el agua que se va a entregar; no hay más”, dijo la presidente esta mañanera a los remedos de reportero que a diario acuden a lisonjearla y tratar de agradarla, aunque, dicho sea de paso, hasta para eso sufren y la mayoría no lo logra, porque los interrumpe y corrige. Es decir, “apenas unos pa’ otros”, diría el clásico.
En ese mismo tenor, la presidente dijo que la lluvia que hay es la que dieron las precipitaciones pluviales. No más.
Así que, de eso, es decir, los que tenemos que salvaguardar el uso humano del agua, que es nuestra prioridad, y no dejar sin agua en la medida de lo posible a los agricultores.
México, en una pésima interpretación y peor lectura del tratado, debe más de mil millones de metros cúbicos de agua y que, según la presidente, deberemos intentar pagar lo antes posible, sin dejar de surtir el agua a las comunidades para el consumo humano y evitar los aranceles que pretende imponer Trump.
La presidente tiene muy claro que debe pagar, pero no le entiende al Tratado, ni lo leen con cuidado para saber ¿qué diablos se pactó?
Parece no saber que el tratado habla de aguas residuales y ella habla de agua de las presas. Así ni quién pueda defendernos, ya ni el Chapulín Colorado, o de perdis Pancho López.
La neta… ¡Estamos fritos!
Duarte: la caja china
Con Duarte enterramos un poquitito la corrupción de los niños del pueblo. La estafa a la Secretaría de Hacienda ronda los 560 mil millones de pesos.
Las estafas en la compra del balasto (piedra que soporta las vías), involucrando a familiares directos del expresidente Andrés Manual en el Tren Maya, son de miles de millones.
Las estafas en el Lago de Texcoco también suman miles de millones de pesos.
Todos estos casos mencionados, son atribuidos a los hijos “hermosos” de Andrés Manuel.
La acusación que se acaban de sacar de la manga y por la que ya está siendo juzgado César Duarte es de 74 millones y el abuso de poder al apresarlo y trasladarlo a Almoloya es trágico y diabólico, porque solo podría ser producto de una perversa amistad entre Ulises Lara y Javier Corral.
Pero hay que hacer un escándalo con el tema de Duarte para ver si enterramos las cifras cuyos ceros no nos caben ni en la imaginación, por la corrupción de los hijitos de AMLO. Tenemos que echarle tierrita con el show mediático y llevar preso con exceso y con escándalo a César Duarte a Almoloya.
¿Son listos? Ellos creen que sí.
Pero solo los tontos se tragan el cuento de que los hijitos de AMLO no se roban miles de millones. En cambio, encierran a Duarte para tapar el sol con un dedo y que la corrupción de los hijitos de AMLO quede oculta.
Al cabo que son los hijitos, o los niños de un pueblo bueno y sabio.
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