Padre Eduardo Hayen.- Cuando los primeros cristianos fueron perdiendo timidez en el Imperio Romano y trataron de vivir su fe, pronto chocaron con las estructuras del Estado que les exigían participar en los ritos paganos como manera de mantener la unidad política. El cristianismo pretendía y pretende ser una religión universal sin admitir mezclas con cultos extraños.
¿Cómo vivir la fe católica sin participar en los cultos idólatras de la antigua Roma? La frase de San Pedro “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” costó vidas y ganó muchos mártires para gloria de Cristo (Hch 5, 27-33).
Los católicos del siglo XXI, aunque no estamos obligados a participar en cultos idólatras del Estado para mantener la unidad política, con frecuencia nos encontramos presionados para aceptar las ideas que la cultura occidental considera que son políticamente correctas.
Así, el que es consciente de que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, por ejemplo un político, no votará por despenalizar el aborto; si se trata de un sacerdote no se dedicará solamente a endulzar el oído de sus feligreses sino que les señalará el arduo camino del bien.
Si es un profesor universitario no esconderá su fe católica aunque reciba burlas y desprecios de sus colegas; si es un estudiante buscará vivir para agradar a Cristo y resistirá las presiones de sus amigos que lo invitan a “probar de todo”.
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” es una de esas grandes frases bíblicas que nos aguijonean para andar por el camino angosto que lleva a la vida.