Aída María Holguín Baeza.- En 2019, al inicio de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que en dos años México tendría un sistema de salud como el de Dinamarca.
Hoy, ya en el ocaso del autoproclamado Gobierno de la Cuarta Transformación, es más que evidente que no somos Dinamarca, ni estuvimos cerca de llegar a serlo. Al contrario, estamos más lejos de tener un sistema de salud estilo danés.
Sí, es cierto que, según el informe “Dinamarca: revisión del sistema de salud 2024”, el sistema sanitario danés no es perfecto; sin embargo, brinda eso que los mexicanos merecemos y nos prometieron, pero no cumplieron: una atención eficaz de calidad y una alta satisfacción de los pacientes con bajos niveles de necesidades sanitarias insatisfechas.
Y sí, también es cierto que México nunca ha tenido un sistema de salud totalmente eficiente y decente; el problema es que, desde que López Obrador asumió la presidencia, ha empeorado y ahora está en pésimas condiciones.
Pésimas condiciones evidenciadas en la investigación “No fuimos Dinamarca: el saldo de la austeridad de AMLO en salud” que, entre otras cosas, revela que, desde el primer año del gobierno de la 4T hubo un recorte de 82% para materiales, accesorios y suministros de laboratorio en las instituciones de la Secretaría de Salud (dejando de hacer 20 millones de estudios de laboratorio clínico y afectando a 5.7 millones de pacientes) y le quitó 157 mil mdp al Fondo para atender cáncer y otras enfermedades (suspendiendo 97% de las atenciones a cáncer).
Eso, sumado a otros recortes en los que, por ejemplo, en el caso del ISSSTE, la partida de “materiales, accesorios y suministros médicos” que incluye aspectos tan básicos como jeringas, gasas, agujas, vendajes, material de sutura, espátulas, lentes, lancetas, hojas de bisturí y prótesis en general, tuvo un recorte de 23%.
Además, en comparación con el sexenio anterior, el gobierno de López Obrador dejó a 6 millones de niños sin vacuna (gastando más y comprando menos), dejó de surtir 15 millones de recetas (cinco veces más) y el número de consultas en los servicios que ofreció la Secretaría de Salud pasó de 95 millones a 51 millones (46% menos consultas para quienes no tienen seguridad social).
Tan mal están las cosas y tan no fuimos Dinamarca, que los amparos contra IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salud por desabasto de medicamentos y falta de atención médica incrementaron 62%.
En resumen, como bien lo dijo Ana Paula Ordorica, a unos meses de que el gobierno de López Obrador llegue a su fin, el sistema de salud pública va de mal en peor y está muy lejos de ser el mejor del mundo o de parecerse al de países nórdicos como lo prometió el presidente.
A modo de sumario reflexivo, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el farmacéutico y político estadounidense, Hubert H. Humphrey: La prueba moral del gobierno es cómo ese gobierno trata a aquellos que están en los albores de la vida, los niños; los que están en el ocaso de la vida, los ancianos; y los que están en las sombras de la vida, los enfermos, los necesitados y los discapacitados.
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