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No cambia

Si no te gusta algo, cámbialo, si no puedes cambiarlo, cambia de actitud. Maya Angelou, escritora norteamericana

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- El estado de Colima está en Los Pinos exhibiendo y vendiendo sus productos regionales a través de un marketing interpretativo, dígalo si no, lo que vosotros vais a leer enseguida: En la compra de una piñata de $170.00 o más, el palo es gratis. Suerte a los expositores colimenses en Los Pinos.

Ahora vayamos al tema porque el Viejo, como gobernante, no cambia de actitud, no lo intenta, sencillamente no quiere, su terquedad no tiene límite; en lo personal, así lo vemos al final de su sexenio, como populista, ya manipuló al pueblo (sin definir el término) contra las élites y la mismísima clase media, a la cual agrede a su antojo, autonombrándose como el único y auténtico representante de ese pueblo que sufre y se abstiene, llamándolo “bueno y sabio”.

¿Y el resto de los mexicanos? ¡Ah! Por ser clasemedieros, los califica como aspiracionistas, racistas, egoístas; por pertenecer también, según su particular versión, a una minoría corrupta, como la oligarquía rapaz que se dedica a saquear al país.

Pero el Viejo, como todos los populistas que en el mundo han sido y son, una cosa sí tiene aparte de ser taimado: es carismático, paternalista y habla de la democracia siempre y cuando la misma lo mantenga en el poder, por eso ha debilitado todas las instituciones (solamente le falta la SCJN) creadas con mucho esfuerzo por todos los mexicanos, amén de que usando la corrupción a la cual dice combatir, trata desesperadamente de comprar la mente de todos los ciudadanos de este país que tiene como nombre México, llamándola, eufemísticamente, “la revolución de las conciencias”.

El redentor de Macuspana, en su mandato, ha cometido muchos errores, cantidad de errores, pero no hay nada ni nadie que lo haga entender. No cambia ni cambiará su actitud. Genio y figura hasta la sepultura. Lo bueno es que ya le falta menos a su mandato, en el que solamente se ha visto opacidad en los dineros nacionales que se han invertido en sus magnas obras, todas ellas elevadas, por sus puros dídimos, al rango de seguridad nacional.

“Alea jacta est” o lo que es lo “mesmo”: La suerte está echada, dijo César al cruzar el Rubicón. Vale.