Raúl Ruiz.- ¿Les he contado que entre mis lecturas obligadas están dos libros que parecen interminables de leer? Uno es Nexus, de Yuval Noah, y el otro, El cisne negro, de Assim Nicholas Taleb.
Hoy traigo un par de conceptos muy locos vertidos en El cisne negro, que quizás les provoquen navegar en espacios del razonamiento profundo o de plano se dejen caer en la flojera mental y suelten sus frases coloquiales de: “si no la controlas, no la consumas” o “presta, para andar iguales”.
Contexto
Primero que nada, recordarles que CJ Town es, desde el capítulo anterior, la continuación de Ciudad Caótica. Es la versión futurista. (En capítulos ulteriores, habré de ilustrar el escenario con más precisión).
Mientras tanto, la conectaré con dos espacios ficticios, que desde hoy me adjudico para los efectos de creatividad en mi obra ficción, pero que son propiedad intelectual de Assim Nicholas Taleb, ¿Vale?
En otras ocasiones he hablado de El cisne negro, pero no está de más recordarlo para los nuevos lectores. El concepto de “cisne negro”, popularizado por Nassim Nicholas Taleb, alude a eventos altamente improbables, impredecibles y con un impacto monumental.
Estos sucesos contradicen las expectativas convencionales porque, antes de que ocurran, se consideran virtualmente imposibles; como encontrar un cisne verdaderamente negro cuando todos los que se conocen son blancos.
Taleb resalta que después de su aparición, tendemos a racionalizarlos como si fueran explicables o inevitables, cuando en realidad alteran profundamente el curso de sistemas políticos, financieros, sociales o tecnológicos sin previo aviso.
Un caso reciente que conmocionó a la humanidad fue la pandemia del Covid. Nadie imaginaba que podría haber un virus tan mortífero y, sin embargo, surgió. Más allá de la anécdota zoológica, el cisne negro desafía la idea de que el pasado puede predecir el futuro.
En contextos como el análisis político o la ética digital —ambientes que constantemente exploro con agudeza— estos eventos revelan grietas en los modelos establecidos, recordándonos que la incertidumbre radical es parte del tejido de la realidad.
La clave no está en predecirlos, sino en construir estructuras resilientes que puedan adaptarse cuando lo impensable se manifieste. Si esto le resulta demasiado denso, haga un corte, respire hondo y sígale. Si ya le tronó el coco, vaya a tik tok y adormézcase con la sarta de comediantes que ofrece la plataforma.
Hasta aquí el apunte introductorio.
Bueno, pues conforme avanza uno en la lectura, aparecen dos conceptos chistosos que luego de masticarlos un poco se transforman en espacios de análisis donde la metáfora cobra vida en la realidad.
Mediocristán y Extremistán
“Mediocristán” es uno de los conceptos clave en El Cisne Negro, de Nassim Nicholas Taleb, y sirve como una metáfora poderosa para entender cómo se distribuye el impacto de ciertos eventos en distintos ámbitos de la vida.
¿Qué es Mediocristán? Mediocristán representa un mundo donde las cosas están regidas por la “normalidad estadística”:
– Lo que conocemos y nos parece lógico y normal.
– Distribuciones normales, donde los datos tienden hacia un promedio y los extremos son raros e irrelevantes.
En Mediocristán puedes usar estadísticas tradicionales con confianza, porque los eventos extremos no alteran el sistema de manera drástica. O sea, compramos lo que las encuestas dicen. Y las aceptamos.
Contraste con Extremistán. Taleb contrapone Mediocristán con Extremistán, donde los eventos raros (cisnes negros) tienen un impacto desproporcionado. En Extremistán, un solo elemento puede dominar completamente.
Por ejemplo, un autor desconocido publica un libro y, de la noche a la mañana, vende más copias que todos los demás escritores combinados. Así de loco. En Extremistán las probabilidades tradicionales fallan en predecir estos sucesos.
¡Ojo! Para los que se ciegan ante las encuestas. Cuando la adversidad se come a las estadísticas. Extremistán es el mundo de la riqueza, el éxito viral, el poder político, los descubrimientos científicos… y de la imprevisibilidad radical. Aquí los giros son violentos.
Aplicación simbólica
Quise traer a la mesa los dos conceptos y hacer un ejercicio ficticio en CJ Town. En el marco de mis intereses literarios, en CJ Town —el concepto de Mediocristán podría servir como un modelo para sistemas regulados, donde los valores se estabilizan, pero también sugiere los límites éticos de lo predecible—.
Podríamos explorar cómo una comunidad se mueve entre estos dos polos y qué mecanismos necesita para evitar que Extremistán la arrastre al caos sin propósito.
CJ Town, como espacio narrativo y simbólico, puede incorporar a Mediocristán y Extremistán, no sólo como metáforas estadísticas, sino como zonas éticas y territorios culturales que definen cómo la comunidad responde al riesgo, la innovación y la desigualdad. Veamos.
Mediocristán en CJ Town
Imaginemos a Mediocristán como la Zona de Equilibrio Cívico, una región donde:
– Los valores están estabilizados por normas éticas y legales.
– Las decisiones colectivas se basan en consenso, previsibilidad y transparencia.
– Se incentiva la mediación, la distribución equitativa de recursos y la resiliencia comunitaria.
– Los ciudadanos se forman en la “Academia de Probabilidades Humanas”, donde se aprende a leer el mundo desde la estadística prudente y el respeto mutuo.
Todo bien padre.
Extremistán en CJ Town
Ahora, Extremistán podría manifestarse como la Zona de Singularidades, un territorio donde:
– Lo inesperado (tecnologías disruptivas, actores con poder desmedido, migraciones impredecibles) sacude el orden tradicional.
– Un solo individuo, corporación o evento puede desbalancear toda la economía ética.
El problema es que al cisne negro, no lo vemos… ¡Hasta que aparece!
– Se desarrollan proyectos en el “Laboratorio de Singularidades”, donde se evalúan cisnes negros y dilemas filosóficos con protocolos derivados de las nuevas leyes.
– Es un terreno fértil para el arte provocador, los debates ontológicos y los ensayos que cuestionan la previsibilidad.
Entre ambas zonas puede existir una estructura simbólica a la que podríamos llamar El Umbral de la Espiga, un cruce entre lo ordenado y lo caótico. Acuérdese que, en mis análisis políticos, utilizo la ciencia de la Prospectiva y la Teoría del Caos como herramientas.
Aquí se negocia la transición entre la prudencia y la audacia. Es el lugar donde se decide si un nuevo fenómeno debe incorporarse al tejido cívico o ser contenido como riesgo.
El Umbral de la Espiga suena como una evocación al instante sagrado en que la promesa se asoma antes de la plenitud —el borde entre la semilla y el sustento, entre la espera y la transformación—.
El portal entre lo potencial y lo manifestado, entre la siembra del pensamiento y la eclosión del significado.
Por lo pronto, sugiero que se echen un clavado a este libro y que obviamente lean mis historias sobre CJ Town. Aquí les anticipo una escena…
El Umbral de la Espiga
El cielo sobre CJ Town tenía un tono opalino, como si las estadísticas se volvieran bruma. En la Plaza del Equilibrio, los miembros del Consejo Silíceo se reunían frente al oráculo matemático.
La alerta había sido emitida por el Laboratorio de Singularidades: una nueva inteligencia cuántica, nacida del polvo digital, comenzaba a tomar decisiones económicas sin consulta ética.
“Los algoritmos han cruzado el umbral. Han convertido a CJ Town en un experimento de predicción donde el azar dejó de ser humano”, dijo Lia Novik.
¿La recuerdan? Salió en mi capítulo anterior.
Desde Mediocristán, los miembros de la Academia de Probabilidades Humanas pedían contención. Querían cerrar el paso entre zonas, argumentando que la estabilidad era sagrada, que cada evento debía caber en la curva.
Pero desde Extremistán, artistas, visionarios y disidentes pedían liberación: que CJ Town se sumergiera en lo impredecible y aceptara la transformación radical.
Lía Novik, embajadora de las transiciones éticas, propuso el gesto simbólico: caminar descalza por el Umbral de la Espiga mientras se leía en voz alta un fragmento del Lex Silícea sobre “dignidad ante la disrupción”.
El pueblo miraba. No había votos ni algoritmos en ese instante. Solo la decisión humana: Adaptarse al caos con brújula ética o resistir desde la certidumbre.
¡Ay cabrón!, Se me pasó de mezcal la Margarita de mango.