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Mañaneras contradictorias

Alejandro Zapata Perogordo.- Las ya tradicionales ruedas de prensa instauradas por López Obrador y retomadas en la actual administración, desde su inicio han tenido un objetivo específico: poner la agenda nacional, particularmente en aquellos temas de interés del gobierno federal.

Para el tabasqueño, ese ejercicio resultó altamente redituable, tanto por su habilidad en el manejo de comunicación y medios, como en el apuntalamiento de la información que daba a conocer y que era cuidadosamente seleccionada; construyendo previamente una estrategia, ponía sobre la mesa cuestiones polémicas y controvertidas.

En términos generales podemos afirmar que esa manera de comunicarse le fue de gran utilidad, inclusive el diseño creado se adaptaba a su personalidad y estilo de gobernar; parafraseando, le vino como anillo al dedo. Las mentiras, datos falsos o evadir preguntas incómodas, le dieron popularidad.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con la actual administración. Las mañaneras ahora son una mala copia de su antecesor, si bien, continúan prácticamente con el mismo diseño, también podemos afirmar que la talla es completamente diferente, su continuación sin ajustes ha evidenciado serias incompatibilidades entre el modelo y la protagonista.

Tal parece que ni siquiera comprenden que la información que se genera mediante ese mecanismo no es a título personal, sino en su carácter oficial; en consecuencia, todo lo que ahí se dice queda registrado con ese carácter y, al provenir de una autoridad -la máxima en el país- tiene repercusiones, no solamente para la servidora pública, sino también en lo que representa.

En ese sentido, cobran relevancia algunos episodios que son inquietantes, tanto por la forma como en el fondo, más aún cuando las relaciones con nuestros vecinos del norte se encuentran en una situación tirante.

En efecto, la presión que el presidente Trump está ejerciendo a nuestro país ha obligado al gobierno a tomar acciones y, aunque se han obtenido algunos resultados, le parecen insuficientes, lo cual es cierto, pues al interior de nuestro país, las cosas siguen igual o peor, no hay mejoría, la situación que impera es palpablemente perturbadora.

La única frase que recurrentemente se escucha es: “a México se le respeta”. Suena extraordinaria, no obstante, viene enseguida la confesión de que un buque militar de aquel país se andaba paseando en nuestras aguas; lo aviones de inteligencia norteamericanos regularmente invaden el espacio aéreo; luego se engancha con declaraciones del abogado de Ovidio –hijo del Chapo Guzmán– y, coloca el asunto de prioridad nacional.

Nos enteramos que Julio Cesar Chávez Jr. tenía orden de aprehensión en México, porque lo detuvieron en Estados Unidos; luego va a dar apoyo al gobernador Rocha Moya, a Sinaloa, cuna de los cárteles ahora calificados como terroristas y, además se traslada a Baja California a reunirse con la gobernadora Marina, a quien le quitaron su visa, de la respuesta a los aranceles ya ni se diga.

El hecho, es que tiene una deficiente comunicación, la información que produce es vaga, incorrecta, deficiente, reaccionaria y contradictoria, en síntesis, poco seria e incongruente. Las mañaneras ni le sirven a ella, como tampoco resultan de utilidad para el país.