Dr. Arturo Castro.- La historia permite revisar y repensar los momentos que se viven, a la vez de recrear teorías en cualquier campo del conocimiento, así como acciones del hombre y de la naturaleza que cambian constantemente las formas de vida existentes.
Se vive conociendo la historia de los antepasados para adaptar sus aportaciones y no cometer los mismos errores, prediciendo una mejor vida de la infancia a la vejez, esto es, hay personas que no mueren porque a través del tiempo continúan influyendo a la sociedad.
Sócrates, Alejandro Magno, Confucio, Hitler, Carlos Salinas representan una variada herencia de palabras y acciones a las nuevas generaciones, su vida fue similar a la de muchos otros, en cualquier parte del mundo a pesar de que se desconocen socialmente.
Los tiempos en cualquier instante tienen la virtud de parecer iguales, han visto indigenismo, amor, maltrato, control militar y político, al igual que pandemias, la sociedad lo ha vivido intensamente por lo que todo cambia para permanecer igual.
La política y el poder oficial no son la excepción, siempre se habla de justicia social enalteciendo políticas públicas de un bienestar que nunca llega a las clases más desprotegidas.
La nación azteca fue desalmada, como lo fue la invasión inglesa al continente africano, los guerreros mongoles y la búsqueda de la raza aria en Alemania. El corporativismo en México dejó una enorme desigualdad en las clases sociales aumentando la pobreza de casi medio país.
La historia pretende incidir en cualquier tiempo, pero la sociedad no aprende y sigue cometiendo los mismos errores, en forma específica aquella de idolatrar a los políticos y gobernantes, en lugar de exigirles pulcritud y responsabilidad en el puesto público que ocupan.
Quien define los tiempos no existe realmente, aparecen las nuevas historias que acumulan una mayor herencia al futuro, tanto cercano como lejano, donde el aprendizaje es continuo y el lamento también, como aquel de quienes gobiernan lo hacen igual que ayer, quedando el cambio de estrategias para una mejor ocasión.
La sociedad siempre se queja de la corrupción, que es algo muy humano, diría el expresidente Enrique Peña Nieto, que combate aumentándola al hacer compras directas el actual gobierno mexicano, los males públicos invaden a una sociedad consternada por ver que nada cambia.
Las historias no tienen tiempo, su continuidad es infinita y su definición varía de autor a autor, dejando un conocimiento adaptable a cada quien en el manejo del legado ocasionando aquellas mentiras verdaderas que nunca ocurrieron.
Los tiempos los define el poder en cualquiera de sus áreas, es elitista por demás, la sociedad no lo reconoce porque se cree una protagonista que decide algo que nunca le ha sido permitido.



