Dr. Omar Bazán Flores.- El modelo lineal de producción y consumo ha llegado a su límite. Ante la escasez de recursos y la creciente presión ambiental, resulta indispensable incorporar prácticas de ecodiseño y fortalecer modelos circulares en la producción y distribución. Así lo advierte Ignacio Gründel, especialista con más de 25 años de experiencia en cadenas de suministro sostenible, quien subraya que seguir bajo la lógica de “tomar, usar y desechar” ya no es viable.
Por ello, propone repensar y rediseñar todo el ciclo de vida de los productos, desde su creación hasta su disposición final, la reutilización y la logística inversa.
Este es un enfoque que, aparte de mitigar impactos negativos, también genera valor económico y social a través de la regeneración de recursos y la creación de nuevos modelos de negocio sostenibles. Dice el especialista que la inacción no es una opción.
Hay numerosas predicciones científicas y económicas: si seguimos consumiendo al ritmo actual, la demanda futura superará ampliamente la capacidad de regeneración de nuestro planeta.
Por ello debemos atacar simultáneamente varios frentes: ecodiseño, extensión de la vida útil, reparación, logística inversa y valorización de residuos.
Cada uno de estos elementos no es aislado, sino interdependiente; el éxito de la circularidad requiere que cada eslabón de la cadena esté consciente de su rol en el ciclo completo. Esta visión respalda estudios que muestran que los beneficios ambientales y económicos más significativos surgen de la integración de estrategias circulares en toda la cadena de suministro, y no solo en acciones aisladas de reciclaje o recuperación.
El enfoque en ecodiseño para productos electrónicos, desde la selección de materiales hasta la modularidad y facilidad de reparación, evidencia una comprensión profunda de que la circularidad efectiva depende del diseño inicial.
Respaldar esta postura significa reconocer que la sostenibilidad comienza antes de que el producto salga de la fábrica y que la cooperación con proveedores es fundamental para lograr estándares globales de reparabilidad y reutilización.
Desde un punto de vista empresarial y ambiental, prolongar la vida útil reduce la presión sobre los recursos, disminuye la generación de residuos y optimiza la inversión en materia prima. Este enfoque respalda estudios sobre economía circular que muestran que la eficiencia de los recursos se multiplica cuando los productos permanecen más tiempo en uso activo. Gründel destaca que cerrar el ciclo requiere sistemas avanzados de logística inversa y la capacidad de valorización de materiales, incluso con flujos internacionales.
Respaldar esta visión implica reconocer que la circularidad debe ser global: los residuos deben poder regresar a la cadena productiva, sean procesados dentro o fuera del país, para maximizar el aprovechamiento de materiales como cobre, aluminio o plásticos de alta calidad.
Tenemos que dejar en claro que la transición hacia cadenas circulares y sostenibles no es opcional, sino una respuesta urgente a la presión ambiental y social. Respaldar esta postura implica aceptar que el statu quo es insostenible y que la complejidad y costos iniciales de la implementación deben asumirse frente al riesgo de un colapso de recursos. Esto, pese a que la circularidad completa es difícil, pero cada acción concreta y coordinada genera beneficios tangibles y previene escenarios catastróficos en el futuro.



