Dr. Fernando A. Herrera M.- La democracia no es la mejor forma de elegir un gobierno, pero las demás que conocemos son peores en los resultados en la historia de todos los pueblos.
Por eso es que debemos seguir apostando por la decisión en las urnas, aunque ese voto, en muchas ocasiones manipulado, debería ser la única guía de una nación formada y sustentada en su gente.
La reforma que viene en materia electoral pretende influir para que un partido siga siendo el hegemónico, al igual que como ocurrió durante 70 años bajo el yugo del PRI.
Sin hacer comparaciones, al país le fue a veces mal y las demás veces peor, lo cierto es que bien no nos ha ido nunca.
Y nunca es desde la dominación de los aztecas sobre las tribus que masacraban y sacrificaban. Luego en la unión o pacto de estas tribus con los pocos españoles que vinieron para derrocar a esos infames.
Siguieron los 300 años de gobierno con un rey y un virrey. Después vino la Independencia, después la Reforma y más adelante la Revolución. En todas las etapas, es cierto, nunca nos ha ido bien.
Y la única razón es porque no hemos sido capaces de sentir el orgullo de pertenencia ni hemos aprendido de nuestra historia por tanta mentira escrita en la historieta que nos cuentan en la escuela y desde las instituciones públicas.
Hay que poner los pies firmes y tomar decisiones correctas sin que nadie nos diga cómo ni por quién y tampoco dejar que las ayudas sociales indiquen un rumbo. Los derechos que tenemos no se validan sucumbiendo a la voluntad de quien los entrega.
La reforma electoral debería ser para que todos podamos emitir un voto libre, secreto, nacido de nuestra voluntad y que ese voto ponga y quite gobiernos, sin ninguna influencia ajena a nuestra decisión.
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