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La amenaza del “homeshoring” estadounidense

Rafael Espino.- México enfrenta diversos e importantes retos en materia económica, como resultado directo de las políticas públicas recientemente anunciadas por el presidente estadounidense Donald J. Trump.

Más allá de la deportación de indocumentados o de la declaración como organizaciones terroristas de los cárteles de la droga mexicanos, es sin duda la política global de repatriación de empresas estadounidense (homeshoring), lo que presenta el mayor desafío para la economía de nuestro país.

En efecto, en su participación mediante una videoconferencia desde Washington D.C. en el Foro Económico Mundial de Davos, el presidente estadounidense llamó a las empresas globales a que se instalen y fabriquen sus productos en los Estados Unidos, o bien, a que paguen aranceles de montos variables, ofreciéndoles que de hacerlo en esa forma les cobraría “los impuestos más bajos en la tierra”.

La política de repatriación de empresas del vecino del norte, de no atenderse para contrarrestarla, pudiere representar la fuga de capitales ya invertidos directamente en México, por la incapacidad de nuestra economía para retenerlos. Es decir, los capitales abandonan el país, por encontrar condiciones de inversión y un entorno más favorable en otros lugares que les permita mayores rendimientos.

Las inversiones directas son las que se destinan a producir bienes y servicios; con ello, generan empleos e ingresos, públicos y privados, contribuyendo al crecimiento económico del país y a mejorar los niveles de bienestar de su población.

Con fuertes antecedentes empresariales y considerado como un nacionalista económico, el presidente Donald Trump estima que se le ha dispensado a los Estados Unidos internacionalmente un trato económico desigual. Para revertirlo, pretende que los capitales norteamericanos invertidos directamente en otros países, entre ellos México, regresen a Estados Unidos.

Baja de impuestos, infraestructura fuerte y sólida y alta competitividad son los principales factores ofrecidos por esta política repatriadora y contra la que nuestra economía, irremediablemente, tendrá que competir; sin tampoco olvidar la próxima revisión y renegociación en el 2026 del Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).

El T-MEC, anteriormente TLC y TLCAN, ha hecho históricamente atractiva la economía mexicana para la inversión extranjera, al posibilitar que lo producido en México tenga acceso a los mercados de nuestros socios comerciales en condiciones arancelariamente preferentes, lo que se ve en riesgo con lo anunciado por el presidente Trump.

En 2023 gracias al T-MEC, México se posicionó y se ha mantenido como el principal socio comercial de Estados Unidos, superando a Canadá y a China. De enero a noviembre de 2023, México exportó 738,393 millones de dólares a Estados Unidos, lo que representó el 15.8% del comercio global estadounidense con el mundo, destacando las industrias manufactureras, automotriz, de equipo eléctrico, médico, agrícola, aeroespacial y de transporte.

México también representa el segundo mayor mercado de exportación para los Estados Unidos, seguido de Canadá, con una participación global del 15.8%, equivalentes a 80,164 millones de dólares.

Nuestra mano de obra relativamente barata nos hace muy competitivos globalmente, para mantener y atraer inversiones directas, con la creciente posibilidad de destacar en sectores específicos como la manufactura especializada, la tecnología y la logística; pero para lograrlo, se precisa innovación, planeación a mediano y largo plazo, así como encadenamientos productivos sólidos. Este, sin duda, será el gran reto de la nueva política industrial que deberá alcanzar el gobierno federal.