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La 4T no es de izquierda

Alejandro Zapata Perogordo.- A raíz de su comportamiento, es difícil ubicar al régimen de Morena como una expresión de izquierda progresista democrática. De hecho, es posible observar una crisis de identidad al interior de su movimiento ante el alejamiento de los postulados fundacionales.

Se tienen registros que, algún momento de su historia promovieron lo que denominaron: Proyecto Alternativo de Nación, con el objeto de crear un estado de bienestar, apoyados en la incorporación popular en la toma de decisiones; reconocer la pluralidad y la diversidad de credos, ideas y posturas.

En paralelo, se definieron de izquierda democrática, en apoyo a los derechos humanos y el cuidado al medio ambiente. En especial, se pronunciaron permanentemente en contra del modelo económico neoliberal, al sostener que ha propiciado la desigualdad y la corrupción.

Bajo esas bases, se acuñó la frase: “primero los pobres”. También, estableció reglas de conducta para todos aquellos integrantes del clan: “No Mentir, No Robar, No Traicionar”, lema instaurado por López Obrador en su administración, que se institucionalizó al ser adoptado como principios éticos de la cuarta transformación.

El discurso del líder supremo del movimiento ante los ojos de la sociedad tenía sentido: el combate frontal contra la corrupción, perseguir el ilícito del huachicol y atacar con eficiencia la inseguridad, sonaba como música celestial a los oídos.

Sin embargo, en la práctica es otra cosa; esas promesas incumplidas se convirtieron en demagogia pura, los problemas crecieron, no obstante, la negación oficial para aceptar una realidad que le incomodaba, a manera de justificación incorporó la célebre frase: “yo tengo otros datos”.

Ahora, con el cambio de administración, se sigue caminando por la misma ruta, con la variable de que ahora se ha visibilizado lo que antes se ocultaba, quedando al descubierto la gran cantidad de mentiras que desde el púlpito de las mañaneras sin pudor alguno se fabrican.

Los hechos hablan por sí mismos:  las redes de corrupción, la complicidad de autoridades en el robo de combustibles y la ola de violencia e inseguridad que priva a todo el país, son algunos rubros que ponen en entredicho la capacidad y honestidad de la cuatroté.

Por otra parte, tampoco se puede decir que son demócratas y defensores de los derechos humanos, las reformas que han impulsado erosionan muchas de las libertades conquistadas, en particular la de expresión y el derecho a la información.

En lo electoral, ni hablar. Ya vimos cómo se las gastan, hasta organismos internacionales se han pronunciado con relación al tema, donde inclusive han cooptado a las instituciones encargadas de garantizar el respeto al voto y la equidad en las campañas.

Algo que destaca, es su intolerancia a la pluralidad, no están dispuestos a permitir que alguien piense y opine diferente, cuando eso ocurre echan a andar la maquinaria del Estado, con implacables persecuciones. Las políticas de austeridad se convirtieron en letra muerta.

La incongruencia permea en su movimiento, han traicionado todos sus postulados, la transformación de un partido que se denominó de izquierda ha instaurado un régimen de tiranía, a grado tal, que ningún personaje serio y reconocido ha salido en su defensa.