Las últimas semanas han estado marcadas por una escalada de la violencia entre Israel y los manifestantes palestinos. Bombardeos, víctimas civiles y enfrentamientos sangrientos en las calles han capturado la atención de la comunidad internacional. Hay quienes temen que esta escalada desencadene una nueva intifada contra el Estado judío.
Las relaciones entre los israelíes y los palestinos siguen siendo muy tensas. Recientemente Tel Aviv echó más leña al fuego cuando un tribunal israelí ordenó el desalojo de 28 familias palestinas de Sheij Jarrah, un pequeño distrito de Jerusalén Este. Estas familias han vivido en esa localidad desde hace décadas.
Las familias palestinas recibieron alojamiento en este distrito en 1956, tras huir de Jerusalén Oeste. Jordania, que entonces ejercía el control sobre Cisjordania, alojó a los refugiados palestinos en la zona, pero no les dio documentos que confirmaran su derecho a las viviendas. Ahora Israel usa este pretexto para expulsar a los palestinos de sus casas.
El 9 de mayo, Jordania entregó a Israel una nota de protesta por el “desalojo forzado” de los palestinos en Jerusalén. La ONU llamó a Israel a detener esta acción y cumplir con el derecho internacional humanitario. Sin embargo, Israel no detiene sus planes y el fallo del tribunal israelí sigue vigente.

En los enfrentamientos en Jerusalén Este los judíos usaron cañones de agua, granadas paralizantes y otras medidas especiales. Los violentos choques hicieron que la mezquita de Al Aqsa, en la Explanada de las Mezquitas, un lugar considerado sagrado tanto por los judíos como por musulmanes, prohibiera la entrada de los hebreos.
El 11 de mayo los medios locales informaron que más de 600 palestinos resultaron heridos tras los choques. Mientras tanto, el movimiento islamista Hamás, que ejerce el control sobre la Franja de Gaza, lanzó misiles contra el territorio israelí. Israel, a su vez, bombardeó la franja y mató a al menos 20 personas.
Israel no descarta realizar una operación terrestre en Gaza para tratar de detener el lanzamiento de misiles contra su territorio por parte de Hamás. Tel Aviv ya llamó a la comunidad internacional a condenar las acciones de la organización islamista. La escalada de tensiones entre los dos bandos podría tener consecuencias muy amargas para ambos.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció que se reunirá este 12 de mayo a puerta cerrada para tratar los acontecimientos en la Franja de Gaza y Jerusalén Este, dijo a Sputnik una fuente diplomática del organismo.
Este martes, un edificio de 13 pisos en la ciudad de Gaza, quedó reducido a cenizas tras ser alcanzado por los ataques de misiles de aviones de guerra israelíes. Las imágenes en las redes muestran la destrucción del bloque residencial, aunque Israel aseguró que era el edificio albergaba las oficinas de Hamás.
En los videos, primero se ven explosiones y luego grandes columnas de humo negro hasta que finalmente la torre se derrumba. El periódico Jewish Press informó que se habían disparado dos “misiles ficticios” contra la torre Hanadi de la ciudad de Gaza en torno a las 19:30 hora local, en una aparente advertencia de un ataque inminente.
La torre fue alcanzada por al menos seis misiles israelíes. Los pilotos israelíes dispararon varios misiles contra la base del edificio para derrumbarlo por completo. El bloque residencial quedó reducido a cenizas. Además, se informó que las casas cercanas habían resultado dañadas como resultado de este ataque. No se ha informado de que haya habido víctimas mortales.
A su vez, el portavoz del brazo armado del movimiento islamista Hamás informó haber lanzado más de 130 cohetes en un corto período de tiempo, según recogió la radio nacional israelí Kan.
Abu Obeida, el portavoz de las brigadas de Izz ad-Din al Qassam, dijo que habían disparado 137 proyectiles contra las ciudades de Ashkelon y Ashodod durante cinco minutos y advirtió que les quedan “más sorpresas” si la lucha continúa.
Sputnik