Inicio ADHOCRACIA Insurgencia electoral en Plan C-2024

Insurgencia electoral en Plan C-2024

Dr. Arturo Castro.- El Plan A y el Plan B de reforma política por parte de la Presidencia de la Republica han fracasado por no disponer de los recursos necesarios en las cámaras de representantes y en el Poder Judicial, lo que ha provocado una crisis no reconocida pero sí manifestada a través del enojo y el rencor al anunciar una tercera opción llamada Plan C.

El político responsable del país quiere transformar las acciones y las instituciones políticas oficiales. Se le reconoce el interés por mejorar las condiciones actuales de desarrollo de elecciones, de integración de las cámaras de representantes populares y de la administración pública encargada de estos temas.

A través de la historia se han realizado cambios importantes en estos ámbitos, mismas que han respondido a realidades diferentes y han definido los estilos de gobierno en los diferentes sexenios, las reformas aprobadas han contado con un cabildeo entre las fuerzas políticas participantes, lo que define el trabajo colaborativo por delante.

Hoy se quieren y se hacen cambios de manera autoritaria, se aprueban iniciativas sin revisión en las comisiones creadas para tal efecto, se cambian las sedes legislativas para evitar a la oposición, se manejan los medios de manera influyente frente a una sociedad extasiada de la palabra política mañanera.

El Plan A de la reforma política parece cosa del pasado, el Plan B adquiere notoriedad porque se va a rebuscar a través del Plan C que implica el aspiracionismo de conseguir las mayorías en las cámaras legislativas.

La reforma política busca transformar el Instituto Nacional Electoral, desde el nombre hasta la desaparición de áreas que con el tiempo le han dado certeza a la democracia mexicana y el actual gobierno federal es producto de ello.

La reforma política sólo busca el ruido distractor para que la sociedad no conozca o entienda los problemas nacionales existentes, como la migración, la militarización del país, la falta de políticas públicas en materia de salud, educación y agricultura. Sólo es el ruido a través de la denostación de las instituciones y de sus integrantes por no responder a los caprichos de poder.

El autoritarismo sin plantearse como tal, existe al promulgarse decretos y leyes para cambiar sin la noción de para qué se quiere cuando el partido en el poder tiene dos elecciones arrasando con el voto popular.

La idea es cambiar artículos constitucionales, desaparecer el Prep electoral, la transferencia de votos entre partidos políticos, bajar sueldos a funcionarios electorales y evitar que se quiten candidaturas asignadas, salvo por un proceso penal.

Parece bien, pero el problema ha sido el camino seleccionado de la imposición a través del poder y la amenaza sin el lobbyng o cabildeo correspondiente, destacando la forma dictatorial que los correligionarios obedecen, pero enfrentando a la oposición que de hecho siempre ha existido, como un enemigo a vencer por el solo hecho de vencerlo.

Los años de oposición del actual poder ejecutivo le mostraron el camino de la sinrazón, de la frustración que no le permite la cordura y el reconocimiento a la diversidad de voces que forman parte del juego que todos jugamos.

Las perspectivas ahora se van al Plan C, que implica obtener las mayorías legislativas con números de 334 diputados y 96 senadores frente a la insurgencia electoral que nacerá como bandera a través de la política partidista para evitarlo, invitando a la sociedad a sumarse y promover seguramente el Plan D que tal vez infiera un adiós político y una bienvenida a conocido rancho de Chiapas del político en cuestión.

Este estilo de gobierno contrasta cualquier realidad con sus propios datos. El Covid que pega y se recupera antes en quince hoy en tres días, hasta los pleitos inventados con su líder de la Cámara de Senadores que presumió no verlo durante dos años, lo cual es la gran mentira de su vida, porque entonces no ha existido coordinación alguna entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo cuando se hace lo que se dice y lo que se quiere.

Rediseñar el pluralismo político es innecesario cuando se participa con libertad y sin presiones desde Palacio Nacional. El presidente no sabe que es presidente de un gran país, cree que está en la oposición de siempre, piensa y opina como tal, es necesario ubicarlo, pero no existen condiciones para hacerlo.

La amenaza es latente si se dice o hace lo contrario a la actual locura gubernamental que sólo emite desigualdades y discordancias, la sociedad está cansada pero no lo dice, tal vez ni lo sabe, sólo lo siente y no dice nada por convencionalismo.

El Plan B terminó su vida útil, viene el Plan C que sólo representa la ilusión de un triunfo electoral total del oficialismo hacia 2024 en una democracia dividida entre el autoritarismo y la rebeldía política y social.

La insurgencia electoral competirá contra el conformismo social de recibir las migajas de un gobierno que se dice diferente, pero es igual a sus antecesores por aquello de los intereses creados que causan la explosión del fenómeno llamado corrupción.

Un factor será la comparación entre “Los hijos de Sánchez”, que es una película filmada en 1978 con “los hijos de López”, que es una sátira contemporánea. La primera representa el esfuerzo de un padre en la pobreza, la segunda a dos hijos desfajados, despeinados y en tenis llegando a Palacio Nacional en camionetas negras blindadas a ver a su padre que trabaja como presidente sin saber porqué.