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Inmersos en un modelo de Gobierno disfuncional

Alejandro Zapata Perogordo.- El cambio de gobierno trajo consigo la transformación del modelo mexicano, en breve tiempo hemos transitado de un régimen en vías de consolidación institucional de corte democrático, rumbo a una centralización que acumula facultades metaconstitucionales.

Ese proceso ha traído consigo una serie de fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales, que han impactado a la colectividad. Si bien, algunos de esos patrones de comportamiento ya existían desde antes de la llegada de la cuarta transformación, ahora se han agravado sin visos de solución.

Uno de los grandes problemas –por no decir que el principal–, es el avance de los grupos criminales, que han creado un clima de inseguridad y violencia, dejando una estela de muerte sin precedente alguno en el país, que han cambiado a la sociedad en su conjunto ante el inminente peligro de resentir algún daño proveniente de esos incontenibles grupos, alterando profundamente la armonía y tranquilidad.

En similares circunstancias se encuentra el fenómeno de las desapariciones forzadas de personas, que ha ido al alza. Los colectivos de madres buscadoras, que se han ganado el reconocimiento y respeto por su esfuerzo, perseverancia y valentía para encontrar a sus seres queridos, continúan firmes ante el desdén oficial.

No obstante, no han cejado de luchar en contra de uno de los delitos más reprobables y dolorosos que existen, sin encontrar un verdadero apoyo de las autoridades, por el contrario, en ocasiones las versiones –como ocurre con el asunto del rancho Izaguirre– ponen en duda la voluntad para esclarecer los casos.

Hoy más que nunca, sigue en su apogeo el lastre de la corrupción. En los últimos años se ha incrementado de una forma exponencial, con la correspondiente impunidad, quizás este fenómeno es la causa de los grandes problemas de México, pues se hace presente en todas las áreas y en todos los órdenes de gobierno.

Si a lo anterior le sumamos el desmantelamiento de las instituciones, la falta de estímulos para inversión extranjera, las dificultades con el vecino del norte, la recesión económica, la insuficiencia fiscal, la migración, la desigualdad, el limitado acceso a servicios de salud y las confrontaciones internas de los morenistas, es dable afirmar que las cosas no pintan bien.

Además, por si fuera poco, se encuentran empeñados es destruir el sistema democrático al imponer la elección judicial, la que, por cierto, estuvo llena de irregularidades y con el ridículo porcentaje de participación y boletas nulas o en blanco, fue un ejercicio deplorable, tal como lo deja entrever la Organización de Estados Americanos.

El respeto a los derechos humanos y las libertades no es un rubro que les interese, en realidad de la tranquilidad pasamos al estrés, la angustia y el pánico, la incertidumbre como modelo de vida está creando secuelas sociales con efectos perniciosos que dañan la convivencia armónica de la colectividad.

Han impuesto un modelo disfuncional, pues la desigualdad continúa, la justicia es un privilegio de élites, la solidaridad se cambió por la lucha de clases, los valores por los rencores y las aspiraciones de vivir mejor se han quedado en la resignación. ¡Qué bonita transformación!