Inicio AVANZA SIN TRANZA Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción

Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción

Daniel Valles.- Señor presidente, sea bienvenido a Ciudad Juárez. El presente artículo lo escribí el 18 de junio del presente año y decidí darle una “peinada” en algunas partes que son fáciles de distinguir, para dirigirme a Usted, con respeto a su investidura. El texto pretende llamar su atención y recordarle que quedé de escribir para ello. Lo que hasta el momento, no ha sucedido.  Gracias.

Medir la corrupción es un tanto difícil. La gente siempre me pregunta que cómo lo hacen. La respuesta no siempre es sencilla. Porque en realidad es complicado hacerlo y más determinarlo. Se tienen estimaciones y percepciones con base en la medición que Transparencia Internacional y otros organismos hacen mediante sondeos en la población, las empresas, las entidades de gobierno de un país.

Incluye elementos como el número de trámites para abrir un negocio o instalar una empresa, impartición de justicia, tratamiento de la ecología, derechos humanos, licitaciones del gobierno y fórmulas económicas que los economistas entienden, entre otras cosas.

Entonces, la respuesta más sencilla y cierta es que, se mide la percepción que la gente tiene de la corrupción que impera en el gobierno, las empresas y la sociedad en general.

Cuando inicié lo que es el programa nacional Pro Integridad Avanza Sin Tranza, un grupo de personas de esta ciudad que visita hoy, le preguntamos a más de 600 juarenses cómo percibían la actividad del gobierno en cuanto a la corrupción que pudiera existir.

La respuesta en 2014 fue que 9 de cada 10 personas nos dijeron que habían sido extorsionados, les habían pedido “moche” o tuvieron que dar “mordida” para realizar algún trámite oficial. Esto sin hacer distinción del tipo de trámite o de oficina de gobierno. Además, que sabían les iban a pedir la clásica “mordida”.

Al hablar de corrupción siempre se debe tener en mente que ésta no es un delito per se. Es una falta moral, ética del carácter de la persona. Por eso es tan difícil de medir y tratar de erradicar. Lo segundo no es posible. Lo que le dije a usted en 2017 cuando platicamos.

Casi siempre la falla pasa desapercibida en la medición o no es catalogada como corrupción ya que hay muchas y variadas formas y tipos de ella, como la mentira, la que, por desgracia, señor presidente, se ha convertido en una de las características de su administración en las personas del Dr. Hugo López-Gatell y Ana García Vilchis.

Pero volviendo al tema. Para hacer la medición más real y cierta, hay que darle forma, señalar sus componentes. Donde puedo señalar a “bote pronto” cuatro que nos ilustrarán en la percepción. Ya que la corrupción:

  1. Nunca es accidental.
  2. Siempre involucra un abuso de posición.
  3. Tiene que haber un poder confiado.
  4. Tiene que haber una ganancia privada.

En las pasadas campañas políticas que hemos visto, la corrupción fue señalada como uno de los mayores enemigos a vencer. Y con justa razón. La corrupción en México es la madre de todos -o casi todos- los males que padecemos. Juntamente con su hermana gemela, la impunidad.

Usted, presidente, ganó la elección del 2018, en buena medida, con base en un discurso en el cual aseguraba que terminaría con la corrupción. Esto apenas tomara posesión, cosa que ha quedado a deber y no ha logrado. Por más que diga que lo ha hecho sabemos todos que no es así.

Cuando tuve oportunidad de hablar con Usted, se lo dije claramente: “La corrupción no se elimina, solo se controla”. Se lo dije en el AICM, pero no me atendió, no me escuchó, como al parecer no escucha a mucha gente que está cerca de su persona. En México la corrupción no se ha terminado, ni se ha controlado un poco. De hecho, va en aumento.

Medir la corrupción, como escribo arriba, es incierto y difícil, pero lo que sí se puede medir es la intención de combatirla. Y en esto, nuestro país, presidente, el México de la autoproclamada Cuarta Transformación, ha salido muy mal librado en lo que se conoce en el mundo como el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción.

El índice se lanzó en 2019 para evaluar la capacidad de los países latinoamericanos para detectar, sancionar y prevenir la corrupción. Lo puede usted ver en: https://www.as-coa.org/articles/2021-capacity-combat-corruption-index

La tercera edición del Índice CCC cubre 15 países de América Latina y ofrece comparaciones interanuales para todas estas naciones. El Índice CCC evalúa y clasifica a los países en función de la eficacia con la que son capaces de combatir la corrupción. Lo cito textual a continuación.

“La que no combaten porque no quieren, no saben, no pueden, no les importa. Por ello crece la impunidad. Se considera que los países con una puntuación más alta y cercana al 10, tienen más probabilidades de ver a las personas corruptas procesadas y castigadas.

El ranking es como sigue:

  • Uruguay (7.80 de 10)
  • Chile (6.51)
  • Costa Rica (6.45)
  • Perú (5.66)
  • Argentina (5.16)
  • Brasil (5.07)
  • Colombia (4.81)
  • Ecuador (4.77)
  • Panamá (4.55)
  • República Dominicana (4.38)
  • México (4.25)
  • Paraguay (4.08)
  • Guatemala (3.84)
  • Bolivia (2.43)
  • Venezuela (1.40)

El Índice CCC analiza 14 variables clave, incluida la independencia de las instituciones judiciales, la solidez del periodismo de investigación y el nivel de recursos disponibles para combatir los delitos de cuello blanco. Estas variables se dividen en tres categorías: capacidad jurídica, democracia e instituciones políticas, sociedad civil y medios de comunicación.

El índice se basa en datos extensos y en una encuesta propia realizada entre los principales expertos en anticorrupción de Control Risks, el mundo académico, la sociedad civil, los medios de comunicación y el sector privado”.

Una cosa es clara, en México el combate a la corrupción es un discurso más que se repite a diario y no se ha dejado de pronunciar. Tampoco se ha logrado controlarla y que disminuya. Se presume que se hace, pero no se nota ni adentro, ni afuera del país que haya avances.

Lo grave es que, muchos que estamos adentro y todos los de afuera sí notan que poco o nada se hace. Entendemos que el discurso sea de combatirla, pero ante la evidencia de los hechos corruptos que vemos en el IMSS, en CFE, en la misma SFP, en la que acaban de cesar a su “jefa”, la señora Irma Eréndira Sandoval, no concuerda.

El discurso se convierte en una forma de corrupción en sí mismo, por lo demagógico.  Porque al mismo tiempo cumple con al menos tres de los cuatro componentes de la corrupción que señalo en la presente entrega.

Presidente, se puede ser verdadero, pero no veraz. Y como le dije antes de iniciar su campaña, sigo a la orden.

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP