Dr. Fernando A. Herrera M.- La narrativa de Javier Corral fracasó. Sus infames planes con Adán Augusto para dañar la figura de César Duarte se toparon con pared y una férrea defensa social y del propio Duarte que lo puso en su lugar.
La burda manipulación tramada con el senador Loera para engañar a la presidente, Claudia Sheinbaum, con la complicidad de Efraín Morales, director de Conagua, fracasó estrepitosamente.
Todo quedó en otro intento enfermizo por hacer daño, pero se diluyó ante la ola de afectos espontáneos para Cesar Duarte por la sociedad chihuahuense que los conoce bien.
A uno como fracasado y haragán, y al otro como un excelente gobernador que fue víctima de crueles mentiras y procesos amañados para destruirlo.
Hoy en Chihuahua ha quedado claro quién es quién y la sociedad sabe quién es el flojo y quién es el trabajador; quién es el falso y quién es el real. Quién trabajó por su gente y quién la robó.
Ahora cada quien ocupa su lugar: Corral en la basura de la historia y César en el corazón de su gente.
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