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Estados democráticos débiles o inexistentes

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- Al referimos al Estado hacemos alusión al aparato institucional que regula el funcionamiento de la sociedad en un territorio nacional. En teoría, los países que se precian de ser democráticos, suelen estar compuestos por organismos autónomos necesarios para dosificar el uso del poder, contener sus excesos y asegurar la correcta aplicación de la autoridad.

Lo señalado, puesto que esta forma de organización política y social tiene la potestad de determinar la existencia o la muerte de sus ciudadanos, así como las sanciones a emplearse en los mismos en caso de infringir el cuerpo de leyes o normas que reglamentan la convivencia común. 

Como ente no es palpable, siendo más bien una entidad intangible, pero no por ello carente de realidad, manteniendo sus representaciones más concretas en los gobernantes y funcionarios públicos, quienes velan por el cumplimiento de los lineamientos emanados desde éste. No obstante, su fin último es estar al servicio de los intereses y bienestar de las mayorías (la ciudadanía) y no en sujeción a minorías (mandatarios o patidos políticos).

Por su naturaleza, no es fácil medir el grado de fortaleza o debilidad; sin embargo, hay ciertos indicadores que arrojan luces sobre la robustez que poseen. Por ahora nos circunscribiremos al entorno latinoamericano, donde las naciones comparten muchos de los defectos que perjudican estas estructuras gubernativas.  Se dejan por fuera, aquellos sometidos a la hegemonía de otros con tendencias imperiales o a corporaciones multilaterales financieras y/o guerreristas.

Asimismo, no se consideran los regímenes totalitarios cuyos baluartes se soportan en el estamento militar y un porcentaje de los gobernados que, aunque oprimidos, respaldan a sus gobernadores.  Entre estos indicios, podemos nombrar los siguientes:

La delincuencia organizada: uno de los competidores más desafiantes que tienen las administraciones presidenciales actualmente radica en estos grupos que operan ilícitamente, llámese narcotráfico, guerrilla, paramilitares, contrabandistas, entre otros. Estas agrupaciones han mostrado gran efectividad al coordinarse, coartando la presencia e influencia de los gobiernos en espacios geográficos puntuales y en sus poblaciones, imponiendo sus esquemas de control en dichas áreas. En diversos casos, han permeado las propias esferas estatales infiltrando sus miembros en su interior. En la praxis se constituyen en un Estado dentro de otro. 

Lo informal sobre lo formal: cuando las personas solo pueden conseguir soluciones o respuestas a sus problemas cotidianos y/o necesidades al margen de las normativas o marcos legales establecidos, o, se les dificulta articularse ventajosamente a las prácticas económicas, culturales, sociales y políticas de un país, es decir, son excluidos o manejados como gente de segunda. Si el fenómeno se convierte en algo recurrente, los representantes oficiales se limitan a ignorar la situación y esta afecta una proporción significativa de los habitantes de una jurisdicción, se transforma en un signo inequívoco de fragilidad.

El Hombre (Mujer) Fuerte o la Tesis de que el Estado soy yo: en aquellas situaciones donde los presidentes y sus partidarios neutralizan, doblegan o destruyen figuras y métodos inherentes a la democracia por percibirlos como obstáculos a sus planes. Lo expuesto, sosteniendo la autopercepción de ser una especie de salvadores o mesías predestinados a fundar o refundar repúblicas, al mismo tiempo que depositarios de la verdad absoluta. Incluso, si esto implica ir en contra de la voluntad de la generalidad de los electores que dicen favorecer (interpretando que saben mejor que el electorado lo que le beneficia por lo que, quiera o no, éste ha de acogerse a sus iniciativas y/o propuestas).

Sin duda hay más elementos que mencionar los cuales impiden el adecuado accionar estatista. Pero los citados, individualmente o en conjunto, al evidenciarse permiten hablar de vulnerabilidades y de flancos que deben ser apuntalados o corregidos para que Latinoamérica continúe intentando transitar por la esquiva senda democrática. Se espera así, multiplicar ejemplos donde la pluralidad de los pueblos tenga calidad de vida, justicia y decidan lo que conviene a su porvenir.