Dr. Arturo Castro.- El pasado 8 de marzo, entre confusiones y realidades, se conmemoro el Día Internacional de la Mujer, en el que se dio testimonio de la lucha histórica y los alcances de la mujer a través de varias generaciones que incluyen la igualdad, los derechos y las oportunidades similares a los hombres.
La represión a que han sido sujetas las mujeres permite el arrebato de la concordia en la vida cotidiana, viene de protestas de carácter familiar y laboral en 1857 que detonó 50 años después con los sucesos del incendio de una fábrica textil en la misma ciudad de Nueva York que ocasiono cerca de 146 muertes.
Las mujeres que estaban en el lugar bajo protesta por mejores salarios y reducción de la jornada laboral, a la vez de recordar que en Rusia las mujeres protestaron ante la pérdida de esposos e hijos en la Primera Guerra Mundial, que aunado al descontento político de la sociedad en general, llevó al cese del Zar Nicolás II.
La búsqueda de la equidad de las mujeres frente a los hombres es mundial, el voto federal fue una conquista en México en 1953, al igual que en Chile en 1949 y así en muchos países más.
La amenaza constante de quienes han manejado a la mujer a su antojo, nos ha llevado a niveles de violencia doméstica y social, al grado que de los golpes se va a los feminicidios; la verdad de la lucha de las mujeres no es el poder, sino la oportunidad de ejercer actividades para las que son capaces.
La familia se había convertido en su única capacidad en donde la religión con los principios de obediencia era la factura para la paz y el bienestar, por ello es bueno condenar el machismo como carácter de mando y limitación de género.
La propaganda y las acciones en este tiempo de reflexión acerca del verdadero rol de las mujeres parece que nos meten a un campo de batalla, ante la indiferencia masculina de aceptar los cambios de la actualidad, el abuso mundial no deja que nadie tire la primera piedra, el poder de transformar el pensamiento es la lucha de cada día.
De la noche a la mañana, esto es de 1857 a la fecha, las mujeres han sido incisivas en el combate a la marginación a que han estado sujetas, de ahí con estos datos se debe entender la necesidad de ser diferentes hoy.
Todos los países están citados y nominados al cambio de comportamiento y de políticas para que la mujer ocupe ese lugar natural que le corresponde, es la tarea de las instituciones, organizaciones civiles y de la comunidad en general.
El sistema de dominio varonil en México ha ido cambiando a través de una negociación entre los protagonistas para dar ese paso tan importante de ver a la mujer como un ente solidario y no de competencia, léase el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Es verdad que queda mucho por hacer porque se incluye la justicia social de violencia contra la mujer por el solo hecho de ser mujer, se debe evitar esta forma de destrucción social y frenar el auge de la locura de conservar el antiguo pensamiento como eje dominante hacia las mujeres.
Parece que el contexto es claro, es tiempo de conmemorar la lucha de los espacios y derechos de la mujer a través del tiempo, hacer a un lado las preguntas y la desinformación reconociendo su papel protagónico para llegar a hechos ideológicos y materiales.
La lucha se busca a través de las acciones que incluyen protestas, marchas, propaganda y noticias de lo que sucede alrededor del mundo, son llamadas de atención que han costado grandes esfuerzos y grandes vidas.
Existe un enfrentamiento en el tema de las mujeres frente la sociedad, buscando un convencimiento de desarrollar una cultura de aceptación que no deje aristas sueltas para una verdadera transformación en la que no haya dudas de que la mujer como patente es tan capaz y necesaria como el hombre.
Analizar el papel de la mujer debe ser con la ausencia de tabúes, de aquel machismo mexicano descrito por Octavio Paz y Carlos Fuentes, entre otros, de lograr un entendimiento de que la violencia de género debe limitarse a la nada, imaginar que la construcción de una nueva sociedad sigue en marcha.
Enteramente se debe observar el respeto como un avance significativo, entendiendo que el cambio es un proceso para evitar la desigualdad y el clasismo, abiertamente estamos en un momento de la historia en el que la humillación por razón de género se está extinguiendo.
El proceso de cambio es lento pero verdadero, las décadas permiten un aprendizaje en esta nueva construcción social, se avanza despacio pero los pasos son firmes, se trabaja para que nuevos 8M magnifiquen el libre albedrío en el espacio de la mujer, independientemente de las resistencias culturales existentes.
La tecnología tiene un papel fundamental para la geopolítica del tema, las diferentes plataformas locales, nacionales e internacionales intentan incidir en una sociedad equitativa, con respeto a los derechos y a las oportunidades de sus integrantes sin distinción de género o preferencias de vida.