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En la Hoguera

Ni Nostradamus predijo el final… Por siglos, la humanidad se ha maravillado porque un vidente del siglo XV previó y dejó por escrito el resultado de muchos de los eventos que darían forma al estado actual del mundo. 

Algunas con maravillosa claridad, otras con la innegable ayuda de los intérpretes, que encuentran la forma de que sus pasajes más oscuros coincidan (muy relativamente) con eventos que quedaron marcas en la historia universal. Desde luego que con los que le atina, nos sorprende tanto que no alcanzamos a darnos cuenta que hay muchas partes de sus escritos que han quedado sin suceder en los tiempos predichos. 

Si bien es cierto que los astrólogos escriben de una manera tan ambigua que se puede interpretar y creer ciegamente en ellos, por un 30% de aciertos, para el otro 70% de los lectores queda claro que hay más fantasía y ganas de creer que realidad y se les olvida que fallaron miserablemente con la gran mayoría de sus visiones. 

Pero, con Nostradamus el hecho de que a mediados del siglo XV viera el movimiento Nazi y su intento por controlar el mundo no deja de ser sorprendente. 

Ahora que Vladímir Putin y sus aliados chinos, norcoreanos, iraníes y bots de morena, aseguran que el mundo se acabará si no cede el mundo occidental a los caprichos de Vladímir, nos deja perplejos que el gran vidente haya dejado un mutis, un silencio al respecto. 

Juan el bautista en su final de los tiempos, nos deja a oscuras, pues cuando las tropas del mundo se enfrenten en Armagedón, justo antes de que los Ángeles rompan los siete sellos y toquen trompetas, para iniciar los tres años de destrucción impuestas por el hijo del príncipe de las tinieblas y se dé la según venida de nuestro Señor Jesucristo, nos da alertas que poco reflejan las angustias de Putin, pues en nada reflejan las advertencias del apocalipsis, así que sería demasiado aventurado por parte de cualquiera el interpretar la invasión de Rusia a Ucrania con el fin del mundo. 

La verdad reside en que nadie puede anticipar con certeza lo que pueda ocurrir, por un lado los países occidentales que han brindado su apoyo irrestricto a Zelenski y su gobierno, podrían desaparecer en las próximas elecciones y esto abriría un grave hueco a la capacidad ucraniana de resistir los embates soviéticos, pero, por otro lado Putin no deja de cometer errores tácticos, políticos y estratégicos que han iniciado un sentimiento cada vez más fuerte de que quizás no sea el hombre adecuado para llevar las riendas de la actual Rusia y calladamente y sin admitirlo en voz alta, está usando en los campos de batalla armamento de manufactura Norcoreana e Iraní, pues China echa porras, pero no ha mandado ni la mitad de una bala para la causa. 

Por un lado, Europa tendrá que enfrentar un segundo invierno, sin los combustibles baratos rusos, sustituyéndolos con métodos considerados obsoletos como el carbón o comprándole caro a los harbanos árabes, pero también es cierto que los rusos están cada vez más amolados económicamente ante la grave reducción en la compra de sus hidrocarburos que ha tenido un efecto destructivo en su Producto Interno Bruto. 

Hay expertos que le apuestan a que la prolongación de la guerra, ayuda a los ucranianos, que se han ajustado mejor a sus carencias y circunstancias, pero esto solo sería cierto mientras los países de la OTAN les sigan proveyendo con armas. 

Mientras que Rusia, un país más grande, influyente y rico se beneficiaría con la extensión de la guerra al agotar a su enemigo, sin embargo, su capacidad para construir sus armas y satisfacer el inventario bélico que su ejército consume en la invasión, está tan paupérrima que ya depende de las fábricas Norcoreanas e Iraníes para satisfacerla, por lo que su derrota pudiera estar también asegurada. 

A nadie asustan sus refrendos falsos para anexarse las provincias de Donetsk y vecindades, ese truco como a los magos malos a base de repetirlos se les descubre la trampa, si se quedó con Georgia y con Crimea en el pasado, los líderes de la OTAN no están dispuestos a dejarlo quedarse con un metro más, en la revuelta puede llegar a perder hasta el control de Crimea y que esta sea recuperada por Ucrania. 

Sus referendos de Zaporiyia, Donetsk, Crimea y otras porciones de la frontera con Rusia, han sido evidenciadas ya como crímenes de guerra, llevadas a cabo de puerta en puerta con un escuadrón armado y eso no es democracia ni aquí, ni allí ni en la misma China. 

Por lo tanto el panorama es muy claro, si insiste en quedarse el territorio, el occidente mandara a Kiev los misiles de largo alcance (200 millas) que hasta ahora le han negado y Rusia acaba de perder la guerra y ni Nostradamus ni mucho menos Juan el Bautista, dejaron por escrito que seguiría después. 

La venganza de Putin significaría el fin del mundo, incluyendo a los mismos rusos, a los que les parecerá más fácil envenenar al loco que morir por radiación. La cantidad de hombres jóvenes que están huyendo a Finlandia y otros países, para evitar ser reclutados, más los miles de rusos que llevan 3 días seguidos protestando en las calles de las grandes y pequeñas ciudades contra las decisiones de Vladímir, nos hacen pensar en lo particular que estamos más cerca de un nuevo líder para Rusia que de un fin del mundo que nadie ha pronosticado.