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El tren de la muerte

Raúl Ruiz.- Salieron los catastrofistas de la aldea a protestar por la construcción del puente elevado que un día flotará sobre la calle Vicente Guerrero, en el centro de Ciudad Juárez. Disfrazados de bondadosos defensores del pueblo, decidieron interceder supuestamente por el bienestar y el interés público.

Sin ápice de rubor, y desgañitándose como si estuvieran a punto de quitarles la vida, el elenco de Telón de Arena presentó magna función de teatro callejero, en el crucero de las calles Vicente Guerrero y Francisco Villa, a un costado de la Garita de los Metales. Magnífico performance, con la soberbia actuación de la primerísima actriz Perla De la Rosa y corifeo adjunto.

No solo protestaron en la vía pública, sino que, en perfecta coreografía urbana, clausuraron simbólicamente los trabajos de construcción de la obra que se está realizando para darle fluidez al tráfico vehicular y peatonal, que se aglutina con motivo de la intermitente obstrucción del tren que hace pachorra en el centro de Ciudad Caótica y que parte en dos la dinámica de los juarenses.

Un discurso tendiente a la exageración y exaltación de las cosas malas, fue montado ante las cámaras y celulares de los medios. Imitadores del rollo panista, que inventan y repiten como tarabilla una increíble historia que ni ellos mismos se creen, como lo es la de la supuesta construcción de una terrible dictadura llamada Cuarta Transformación. Argumento corregido y aumentado desde el seno de su fallido golpe blando.

Es un síndrome contagioso, en el que suelen hacer ver las situaciones, peores de lo que realmente son, creando una sensación de urgencia o peligro inminente.

Los defensores de “los vestigios históricos” han pasado del pesimismo al alarmismo. Comienzan en la exageración y tienden al empeño de convencer que, de no actuar de inmediato, solo se puede esperar lo peor.

Frases como:

Una ciudad que se desangra…

Nuestras vidas están en peligro…

En cualquier momento podremos morir…

Debemos detener la infamia de este puente…

Porque en cuanto lo construyan, pasarán más trenes cargados con esas sustancias mortales…

El puente es una atrocidad que va a matar el centro histórico…

En cualquier momento pueden morir niños y trabajadores del centro…

Son dardos lanzados al corazón. Montan un drama en el que la sobreactuación le resta credibilidad al supuesto interés público que pretenden defender.

El productor de este performance callejero es el senador Juan Carlos Loera De la Rosa, sumergido en su obsesión por deteriorar la imagen pública de su némesis, el alcalde de Ciudad Juárez. Dedica su tiempo en desprestigiarlo, minimizar su trabajo como servidor público y demeritar su obra. No quiere que sea el candidato a gobernador por Morena.

Para darle sustento a su insensatez, el senador crea una fantasmagórica coalición en contra el tren de la muerte (así lo bautizaron ellos mismos), y en contra del puente que ya se está construyendo. En su retórica evidencian estar en contra de todo.

No quieren puente, sino un túnel, cuyas obras no dañarían los supuestos ‘vestigios históricos’, ya que esta obra sería un planteamiento suyo y consecuentemente eficaz y mágico. Y ya entrados en gastos, tenemos otra exigencia: Queremos un libramiento ferroviario.

Primero que se pare la obra.

Queremos diálogo con el alcalde y se ha negado a darnos audiencia para discutir esto. No. Una audiencia no. Mejor una ‘mesa de diálogo’. Sí, una mesa donde estemos nosotros, los defensores del pueblo y del otro lado el gobierno federal, con el INAH, CFE, OBRAS PÚBLICAS, COESPRIS, TURISMO.

En otra esquina, Gobierno del Estado. Que venga la gobernadora y ya haga algo por Juárez. Y allá, en un rincón, el alcalde Cruz Pérez Cuéllar. Que se traiga al de obras públicas, al de regulación comercial, a los bomberos. Todos en bola.

Cae el telón y se aplauden entre ellos mismos. El senador se va y un gélido viento llega anunciando la entrada del siguiente frente frío en la frontera norte de México.