Inicio Perspectiva El retorno de Cristo será súbito y universal

El retorno de Cristo será súbito y universal

Antonio Fernández.- Jesucristo Nuestro Señor profetiza a sus discípulos y a las sucesivas generaciones: “Quien no está conmigo, está contra Mí”. Observemos: Dios no pide los términos medios humanos, hoy sí, mañana no.

¡No! Su legislación es clara como el agua cristalina, exige definición: ¡Sí! o ¡No! Lo demás queda en el aire, y eso que se afirma de que Dios nos ama a pesar de ser pecadores, que es tanto su amor que cuando muramos nos perdonará, eso es una mentira de falso cristo y falso profeta.

Afirmar que va a perdona a pesar de la vida de pecado, de perversión, mentira y engaño que se llevó, decir que por su amor estamos salvados es una aberración contra el Evangelio de Cristo Nuestro Señor, contra su doctrina y mandamiento, contra la vida espiritual y moral, es una contradicción hipócrita que el demonio ha sembrado en la boca de esos falsos cristos y falsos profetas. Cristo Nuestro Señor dio el antídoto para evitar el no y mantenernos en el sí.

Mantenerse en gracia es sembrar, acrecentar y conservar la fe y confianza de recibir los medios de salvación; cada quien por su propio esfuerzo los conquistará y hará suyos, entonces podrá decir el pecador: “Vuelvo a retomar el camino de salvación en el que habré de perseverar hasta el final de mi vida terrenal”. De no hacerse así ¿Cómo podrá el pecador ganar méritos de salvación?

Nuestro Señor enseñó a sus discípulos y a la humanidad de cada siglo la imperiosa necesidad de conservar la fe por la oración sin desanimarse y no descorazonarse.

Dios Nuestro Señor como tal ve a los tiempos y conoce que la oración se irá perdiendo, porque los seres humanos la minimizan y la cambian para mejor pasar ese tiempo en disfrutar los goces y placeres del mundo.

Es de ahí de donde profetiza lo que hoy es realidad latente que cada día ensombrece el futuro de la humanidad que ya no eleva su oración a Dios su Creador, pero a su muerte conocerá esta realidad cuando no habrá retroceso. Entonces vendrá la agitación desesperante en las almas que se cerraron, rechazaron y no aceptaron su misericordia.

Nuestro Señor sentencia: “Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura fe sobre la tierra?, palabras que resuenan como un eco cada siglo, la fe en Cristo Nuestro Señor el pecador la deshace como los castillos de arena que niños y adultos hacen en la playa para jugar, viene una ola y lo arrasa sin quedar nada de ello.

“Se dice: jugar a hacer castillos de arena”, pero en la realidad cada persona está sumida en su falso castillo, juega con su existencia carente de los cimientos que da la fe, vendrá la borrasca que arrasará el alma, no entendiendo que las cosas materiales, placeres y perversidades son malas y pasajeras.

Por eso es importante reflexionar: la fe y confianza en Dios no solo son de palabra, sino de obra y pensamiento, la fe sin obras es nada, este es el problema de los falsos cristos y falsos profetas que ostentosos dan razones dialécticas y pragmáticas que rechazan la doctrina, mandamiento y enseñanza de los Santos Evangelios. Irónicos niegan y se burlan del que tiene fe en Cristo Nuestro Señor, de quien cree en su divinidad de Hijo de Dios.

¿Qué podemos decir en contrario? Nada, porque la inmensa realidad, aún a pesar de conocerla, persiste en poner sus manos sobre sus ojos para no ver. ¿Y qué no quieren ver? A Cristo en la Eucaristía, a Cristo crucificado, a Cristo flagelado, a Cristo imponiéndosele por la fuerza una corona de espinas y ver que su preciosísima sangre baja por su rostro y su divino cuerpo hasta caer al suelo.

No ver a Cristo que sin vida recibe una lanzada que desbarata su corazón, esto irrita al pecador, teme el incrédulo o el que se dice crédulo o el que dice creer y ostenta una creencia falsa y de conveniencia.

Todos rehúyen pensar en ello. ¿Sabemos por qué? Porque salta a la mente y la conciencia fustiga los pecados de todo tipo a los que se dejó amarrar a través de los años.

Al pecador le es difícil perdonar a su prójimo o ser perdonado por él, duda que Cristo Nuestro Señor obre como el ser humano que miente y se aprovecha, al hablar de la misericordia de Dios Nuestro Señor no se cree que lo sea.

Es lamentable no entender como dijo el Centurión: “Señor con una sola palabra tuya sanará a mi siervo”. Tanto es el disgusto del pecador retomar la fe perdida que prefiere continuar con los ojos cerrados y los oídos tapados, impedido en razonar la causa del bien perdido.

Pero sigue atado al mal del que es esclavo, no se valora ni se aprecia que el tiempo de vida terrena avanza hacia su terminación en cada persona, aun así, mantienen cerrados los oídos y la vista.

Cuando logre abrirlos afirmará con atención que su aberración, descarrío, extravío y perdición como la perversión y vicio a que se dejó inducir por los falsos cristos tendrá que ir contra corriente para salir a la orilla.

El mundo apoderado por esos falsos cristos y falsos profetas se presentan redentores de los pueblos y de las personas, de las instituciones cuando son en realidad manipuladores de la mentira, se presentan como salvadores.

Lo inconcebible es que su falsedad atrae al exponer con argucias, escondiendo la falsedad de su doctrina en verdad, fincando en el engañado nulas esperanzas y dejarlo con el error que le tiene cegado, el falso cristo hace soñar fantasías ilusorias.

Desgraciadamente es la falsedad que el engañado no quiere ver, pero cuando se viven las consecuencias de esos falsos cristos, querer regresar cuando se va en caída libre al precipicio sin fin, solo Dios ayudará.

hefelira@yahoo.com