Aída María Holguín Baeza.- Al igual que Tom King, quería escribir sobre Trump, pero no quería escribir “El fascismo apesta” o “Trump apesta” porque eso no lleva a ninguna parte.
Entonces, para escribir sobre Trump y que eso nos lleve a “alguna parte”, la reflexión que ahora nos ocupa es en torno a lo que el regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos significa en el contexto de los derechos humanos.
Por eso, y en el marco del Día Internacional de la Tolerancia, un momento destinado a reflexionar sobre los valores fundamentales de la humanidad, la convivencia pacífica y el respeto mutuo, resulta inevitable pensar que la segunda victoria electoral de Donald Trump tendrá consecuencias de gran alcance en cuestiones cruciales como los derechos humanos, la relación con México y la situación de los migrantes.
Indiscutiblemente, el regreso de Trump a la Casa Blanca plantea serias interrogantes sobre el futuro de los derechos humanos, especialmente para los migrantes y la relación con México, dado que, con un segundo triunfo, se reafirma su enfoque nacionalista marcado por políticas xenofóbicas y excluyentes, en especial hacia los inmigrantes. Políticas que, con su reelección, se intensificarán y se reflejarán en un retroceso en los derechos de los migrantes y un aumento en las tensiones con México.
Y es que México, tradicionalmente un socio clave de Estados Unidos, ha tenido que lidiar con las consecuencias de esas políticas, adoptando –en varias ocasiones– medidas que han vulnerado los derechos de los migrantes. Y si Trump sigue presionando para endurecer las políticas migratorias, podría generar un mayor sufrimiento a quienes buscan refugio y una vida mejor –sin contar con los efectos negativos sobre la diplomacia regional–.
Por eso y muchas cosas más, es imprescindible reflexionar sobre cómo el discurso excluyente y la criminalización de los migrantes amenazan los valores fundamentales de respeto y convivencia que deberían regir las relaciones internacionales. La tolerancia no es solo un valor a promover, sino un principio que debe guiar las decisiones políticas, especialmente en una época en la que la humanidad se enfrenta a desafíos globales como las crisis migratorias.
Así pues, el triunfo de Trump no es solo un desafío para EU, sino para el mundo entero. La promoción de políticas que excluyen, dividen y deshumanizan a los migrantes pone en peligro los derechos humanos universales y debilita el tejido social global.
El caso es que, con el regreso de Trump, también regresa la construcción y consolidación de un muro que no solo divide físicamente, sino que rompe los principios fundamentales de tolerancia, inclusión y respeto por los derechos humanos. Un muro que se levanta y se extiende a base de prejuicios, estigmatización, criminalización y políticas de discriminación que deshumanizan a los migrantes.
A modo de resumen, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por la activista, artista y escritora estadounidense Patrisse Cullors: Trump es literalmente el epítome del mal, de todos los males, ya sea el racismo, la xenofobia, la crueldad y el odio.
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