Dr. Fernando A. Herrera M.- El presidente Andrés Manuel llegó a decir en forma categórica en su mañanera que la era del huachicol había terminado, que Pemex sería rescatado de la quiebra y que volvería a ser una empresa de la que los mexicanos estaríamos orgullosos.
Sin embargo, quienes hemos seguido la historia de Pemex, sabemos que es imposible su rescate, porque de debe dos veces lo que vale la empresa, y nadie en su sano juicio operaría, ni el gobierno, una empresa que vale menos dos.
En fin, AMLO dijo que la rescataría; pero hoy, la realidad, cruda, nos alcanza y nos demuestra que Pemex, una vez más, está en poder de una mafia, pero esta vez la dirige su hijo Andy y que es la que trae las gasolinas y el diésel de contrabando sin pagar los impuestos.
Esos combustibles son necesarios porque Pemex no produce suficiente crudo ni las refinerías que tenemos producen suficientes combustibles para surtir la demanda del país.
Así que ellos lo traen ¡y qué bueno!, pero en lugar de hacer un bien, no le pagan a la Hacienda los impuestos y se hacen millonarios en dólares, al mismo tiempo que –según ellos– nos hacen un favor.
Es lo mismo que hizo el PRI durante décadas. Mire: si ese dinero entrara a la Hacienda pública, podrían duplicar la pensión a adultos mayores y los programas sociales.
De ese tamaño es el robo del hijo de Andrés Manuel.
Lo que vende la presidente Claudia
¿Somos iguales ante Dios? La utopía de la igualdad es una narrativa que se escucha excelente y se vende muy bien.
Históricamente, la izquierda se adueñó de esa falsa oferta, pues la igualdad entre seres humanos es imposible; aunque, por supuesto, que somos iguales ante Dios y ante la naturaleza.
Igual se acordó socialmente ser iguales ante la ley, pero ser iguales en lo que cada quien hacemos para ganarnos la vida, es absolutamente imposible.
Los ejemplos son muy determinantes:
Dos ingenieros no tendrán los mismos resultados, pues uno de ellos resultará más exitoso que el otro.
Dos mecánicos tampoco tendrán resultados idénticos cada semana o cada mes, pues uno tendrá más clientes que el otro.
Entonces, el discurso de la igualdad es muy halagador, incluso prometedor, o hasta parece justiciero, pero es una cuestión absurda, pues esa igualdad jamás podrá ser.
Lo que pretenden estos falsos redentores es engañar a los menos favorecidos con la promesa de hacerlos iguales, pero aún entre los más pobres, hay unos que son más pobres que otros, porque cuando van a la pizca, uno cobrará más que el otro solo porque saca más kilos del surco durante un día de trabajo.
¿Cómo puedes igualar eso? La única manera sería quitarle unos kilos al que piscó más para igualar al que piscó menos y así los dos cobrarán igual.
Creo que es obvio que, de esos piscadores, uno no estará de acuerdo.
Entonces, usted que me hace favor de leer o escuchar esto, no compre ideas tontas a la presidente que solo pretende verle la cara y obtener su voto.
Sígueme en mis redes:
https://www.youtube.com/@Chihuahuaexpres
En Facebook Fer Herrera Sota, Caballo y Rey
En el portal informativo chihuahuaexpres.com.mx
O en X (Twitter) Fernandoherrera.me
E-mail: fernando.herrera@chihuahuaexpres.com.mx



