El Estado español se jacta de ser muy fuerte, pero demuestra ser muy inseguro si solo puede retener a Cataluña haciendo uso de la violencia.
El Estado español rehúye hablar sobre el derecho de autodeterminación con Cataluña porque esto le hace sentir vulnerable; pero sortear un conflicto nunca ha ayudado a resolverlo.
El Estado español históricamente ha utilizado el saqueo y el endeudamiento para satisfacer sus delirios de grandeza; mientras Cataluña se fía de su propio esfuerzo.
El Estado español miente, persigue a los adversarios y hace trampas, pensando que cuando el juego sucio salga a la luz, la partida ya estará ganada, la situación habrá cambiado y el destrozo será irreparable; pero solo consigue ensuciar su reputación, mientras Cataluña persiste.
El Estado español condena hipócritamente en otros lugares del mundo las actitudes totalitarias y los abusos que él practica.
El Estado español hace su propio relato de los acontecimientos, que cada vez menos gente se cree.
El Estado español es incapaz de ajustar cuentas con su historia; porque no tiene voluntad de enmendarla.
El Estado español busca degradar la autoimagen de Cataluña; calcula que negándole los derechos históricos obtendrá poder sobre ella.
El Estado español recurre al chantaje para obtener los favores de las potencias “amigas”, así cada vez debe más favores.
El Estado español tilda a los independentistas catalanes de criminales para deshumanizarlos; pero la vía democrática es la única que el independentismo catalán se ha planteado y se plantea.
El Estado español se esfuerza en esconder los anhelos de libertad de los catalanes; pero el río que fluye subterráneo tarde o temprano acabará aflorando como una bellísima cascada.
El Estado español tiene voluntad de instalar en el imaginario colectivo que Cataluña es un problema; pero los catalanes sabemos que somos la solución democrática que necesita el mundo.
Pepi Oller i Comellas
Catalunya
