Dr. Fernando A. Herrera M.- La necesidad de reinventarnos se impondrá. Se demostró que el sistema de gobierno no funciona, que la democracia es una suerte de simulación a la disposición de quien detente el poder.
Ahora, las instituciones que sustentaban los poderes de la nación han sido cooptadas de un modo o de otro. El colapso de la economía se percibe en los precios y la falta de empleos, pero no se admite oficialmente, aunque para algunos analistas ya está a la vista.
Otro fenómeno es la incertidumbre que cunde ante la próxima toma del tercer poder, el Judicial, que vigilaba el respeto a la Constitución y la impartición de justicia.
Ahora, los tres poderes estarán bajo una sola línea de mando: la del Poder Ejecutivo.
La mayoría de los mexicanos optaron por este régimen autoritario porque ya no creían en nadie. Por ello, hay que asimilar el resultado de tal decisión y entender que la elección de una nueva promesa se reflejó en la ayuda social que tendrá costos para todos, incluidos los empresarios nacionales y extranjeros que tienen incertidumbre sobre la seguridad de sus inversiones y contratos, al amparo de una justicia controlada.
Y en el aspecto político, el voto masivo por una opción, sumado al control de las instituciones que organizan y califican las elecciones, deja a la oposición como frío testigo de la opción de competir.
El resultado de la combinación de estos factores será la parálisis de la economía y una recesión en la que recién estamos, aunque oficialmente no se ha reconocido.
Otra consecuencia será que llegará el momento en que el dinero no alcance para las ayudas sociales, aunque tardará uno o dos sexenios.
La decisión de corregir el rumbo, será después del colapso, para empezar de nuevo, aunque no sepamos cuál será el siguiente cuento que nos ofrezca el siguiente “salvador de la patria”.
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