Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca.- El buen juez por su casa empieza, dice el refrán o dicho. Y me refiero a la manera tan escrupulosa y moralista con la que miles de mexicanos se manifiestan, criticando para todo la forma en que el gobierno federal inició la campaña de “abrazos no balazos” o el de “prevenir las causas que originan el consumo de drogas.
Si interpretamos abrazos no balazos, lleva implícito que la violencia no es la solución para detener el consumo de drogas, ni para solucionar el posicionamiento del crimen organizado incrustado en todas partes, tanto en servidores públicos como en las mejores familias.
Es importante dialogar en este tema, pero primero sugiero que nos veamos internamente lo que somos. En la era de los sesenta llegó la moda hippie y con ello la marihuana. Además de que se impuso el consumo del alcohol como normal, también fumar marihuana se hizo como una costumbre de los desaseados y melenudos hippies, principalmente provenientes de familias adineradas y con motocicletas que se pusieron de moda.
Luego, en los años setenta, la música rock con las mejores bandas en el mundo, hicieron presencia en conciertos masivos donde se consumía alcohol, marihuana y comenzaba también la cocaína. También surgieron los picaderos con la heroína y así nacen los narcos y el crimen organizado.
Estamos hablando de la época de los padres y abuelos en la actualidad que consentimos esa sociedad desorientada y de alguna manera desintegrada a raíz de los divorcios, paternidad irresponsable, además de la indiferencia ante la corrupción imperante de los políticos a nivel nacional. En los setenta surge también la liberación femenina.
En la actualidad, tenemos un grave problema derivado de la educación que dimos a nuestros hijos y ahora también a los nietos. Somos la generación afortunada los que nacimos en los años cincuenta porque somos testigos de la evolución social junto con la tecnología y avances científicos. Pero también somos testigos del libertinaje y desintegración familiar que prevalece, así como la violencia como forma de vida.
Hemos visto cómo ha crecido el crimen organizado y nos espantamos del enorme monstruo diabólico que significa su existencia. Lo peor es que están entre nosotros. La incalculable riqueza económica que implica la venta y distribución de drogas y alcohol está por encima de los valores morales y de la unión familiar. Así como la violencia se apoderó del mundo de repente.
Por lo que es importante antes de lanzar ofensas y maldecir al gobierno y sus subalternos, echar un vistazo a nuestro pasado y presente. Refiriéndome a toda la nación como pueblo que somos los mexicanos, que nos caracterizamos por tequileros y escandalosos en primer término. Los festejos mexicanos son de mariachi y licor, cuando menos. Y tenemos festejos todo el año.
Creo que podemos contribuir más, si nos preocupamos en educar a nuestra hermosa niñez. A esas niñas y niños que han nacido en el mundo violento que les estamos dejando como herencia. Donde crecerán en un ambiente de drogas y crímenes de alto impacto como una costumbre. Escuchando horrendas noticias diariamente y bajo extrema vigilancia para que no los violen, los roben o secuestren.
Por eso es bueno comenzar el día cambiando nuestra forma de vida y buscando ayuda si padecemos de alguna adicción. Porque nuestra niñez es el espejo mismo de sus padres. Porque cada niño se transformará de acuerdo con la educación de su casa. Lo que ve en su mamá y papá si viven juntos.
El libertinaje para ser lo que crees que eres y no eres, pues hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha contribuido para imponer derechos y obligaciones derivadas de conductas anormales y que se han legislado como normales para consentir a la corrupción generada desde la ONU.
De verdad ¿tienes cara o dignidad para criticar al prójimo sobre la conducta que tú ejerces con los demás? ¿Eres honesto contigo mismo? ¿Practicas los valores morales? ¿Crees en Dios y lo respetas? Un inventario personal sobre nuestros defectos de carácter ayuda más que maldecir y culpar a los demás de nuestras desgracias.