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El autoritarismo de Sheinbaum

Carlos Angulo Parra.- Se habla mucho del contraste que existe entre la forma de gobernar de AMLO y Sheinbaum, estimo que la principal característica distintiva de sus estilos de gobernar, consiste en que el primero lo hizo con una visión basada en un priismo de los años setenta, con fuertes cantidades de resentimiento proveniente de sus antecedentes en la vida y su peculiar carácter que lo llevó en los últimos años de su mandato a concentrarse en venganzas; así destruyó principalmente al Poder Judicial y a los organismos autónomos, y con una clara falta de destreza administrativa en el manejo del gobierno.

Mientras Sheinbaum ha guardado una disciplina de mayor orden gubernamental, acabó con el “abrazos no balazos”, se ha concentrado (para bien o para mal) en no enfrentarse con el gobierno de Estados Unidos, ha guardado un cierto orden en la administración pública federal y, su último acto importante de Gobierno es la limitación de los efectos del juicio de amparo.

Lo anterior, nos abre la posibilidad de interpretar al gobierno de Sheinbaum en hacer un intento de establecer un gobierno autoritario eficaz; sin embargo, debemos de considerar que la presidente tiene una clara vocación e ideología de izquierda, queriendo enfocar la economía basada en una intervención directa del gobierno en las actividades económicas del país.

Si comparamos esto con lo que ha estado haciendo China, que tiene un claro gobierno autoritario de dominancia de un solo partido político, con control absoluto de la sociedad y la economía, vemos que el principal éxito de China es que ha tomado la clara determinación de manejarse dentro de un sistema capitalista vigilado por el gobierno de cerca, pero con mínimas intervenciones que causan disrupciones en un mercado libre que ponga en riesgo la eficacia de los diversos negocios que se desarrollan en ese entorno.

De esa manera, China ha tenido un éxito extraordinario porque su gobierno ha dirigido la política económica del país enfocándose, en primer lugar, en hacer lo necesario para que la economía crezca, evitando la tentación de la intervención directa del gobierno en la conducción de los negocios.

Mientras, la presidente Sheinbaum se empecina en que el Gobierno sea el que maneje los negocios del país. Debemos de considerar que esto no puede tener éxito alguno porque el gobierno no cuenta con los recursos financieros necesarios para eso. El dinero es desperdiciado en el supuesto rescate de Pemex. Eso, es realmente patético.

Asimismo, el continuar con la política de que la Comisión Federal de Electricidad tenga prevalencia en la generación de energía eléctrica sobre los particulares, independientemente de su eficacia de producción y costos, es una verdadera tontería.

La presidente tiene que tomar en consideración que México es un país capitalista, cuya mayor fortaleza es la manufactura, principalmente realizada por inversionistas extranjeros que llegaron a México por encontrarse con un ambiente propicio para sus inversiones ante la cercanía geográfica con Estados Unidos y la garantía de que había un Estado Derecho estable, afianzado por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Pero ahora, nos encontramos con un Estado Derecho puesto a duda ante un Poder Judicial incompetente y capturado por el Ejecutivo Federal que hace que nuevos inversionistas la piensen dos veces en arriesgar sus capitales en México ante un entorno jurídico con carencia de certeza y seguridad.


Estimamos que una reversión a las reformas realizadas por auspicios de AMLO y la destrucción del amparo que intenta realizar Sheinbaum, es punto menos que imposible ante el entorno político en el que nos encontramos.

Para que llegase a pasar esto, tendrá que haber fuertes disrupciones dentro del sistema político mexicano, que pueden ser causadas tanto por crisis económicas como por la intervención directa y presión de los Estados Unidos, ya que esta nación se ha casado casi irremediablemente con México para que su economía tenga éxito.


Sí, se vienen tiempos difíciles e inciertos, los diferentes actores políticos de la oposición y personas con una cierta acuciosidad política dentro del gobierno deben estar atentos a los acontecimientos que irremediablemente sucederán, con el fin de reaccionar adecuadamente hacia el restablecimiento de las instituciones que hemos perdido para recuperar el entorno adecuado que necesitamos para tener crecimiento económico que pueda darle un verdadero bienestar a los mexicanos, derivado de ello, y no de las migajas dadivosas que no promueven el mejoramiento de los mexicanos.