Heriberto González Valencia.- En las sociedades actuales se presencian actos que muchos de los ciudadanos no logramos entender; en diferentes situaciones, no se puede analizar coherentemente el porqué de esos resultados.
En nuestro entorno es frecuente ver cómo una ambulancia recorre las calles de la ciudad en una carrera desenfrenada, al borde de propiciar una mayor tragedia de la que ellos van a atender, algunos lo catalogan de una guerra por dinero.
Cuando un taxista entra en discusión por pasar primero sin tener la vía y tratar de ahorrar tiempo de viaje. Una hermosa mujer quien cruza una calle se molesta mucho porque un carro no le cede la vía cuando ella intenta cruzar el semáforo peatonal que está en rojo.
El callado vecino se ve envuelto en una dura discusión con el vecino que le pide no dejar que su mascota orine frente a la reja de su casa. También, bastante común, el cliente del supermercado que quiere que todas las cajas registradoras estén abiertas para no tener que esperar cinco minutos en la fila para cancelar sus compras.
En muchos de estos casos, los implicados tratarán de buscar tener la razón, pero el resultado final en general será la falta de educación.
Como muchos personajes reconocidos por su amplia trayectoria en el campo de la educación han propuesto, un país no es rico ni próspero por su dinero o bienes, sino por su educación.
La educación es la única forma de poder sobrepasar todas estas situaciones, cuando el chofer de esa ambulancia tenga la educación suficiente para verdaderamente respetar la vida, veremos algo diferente en nuestras vías; cuando mi vecino entienda que la calle es un espacio público y lo debemos cuidar, cuando el cliente del supermercado saque el tiempo para ir a comprar sin apuros, será cuando nuestro país pueda visualizar una sociedad respetuosa con los demás y por ende una sociedad educada.
La única forma de vivir y ayudar a vivir a los demás es la educación.
