Raúl Ruiz.- Ya no es una teoría de la conspiración. Es una evidencia tácita. Los dueños del mundo arremeten en su embestida final. Confinar a la humanidad en una gigantesca “colonia” de los nuevos leprosos, con el terror del posible contagio.
Por una perversa razón, que algunos sí sabemos porqué lo hacen, les urge mucho dar cifras de muertos por coronavirus. Deben justificar el pánico.
Si se cae de la escalera y se desnuca… coronavirus. Si tiene 10 años con insuficiencia cardíaca y fallece… coronavirus. Se muere fumador crónico con enfisema pulmonar e hipertensión… coronavirus. Si sufría de inmunodeficiencia adquirida y muere… coronavirus.
A esto le llamaremos adulterar la información. Las cifras ‘oficiales’ tienen que concordar con los datos mundiales para que prevalezca la pandemia. Luego viene la criminalización del enfermo. Si estornuda, tose o trae ojos llorosos y flujo nasal. Enciérrate en tu casa, ¡insensato! Estás infectado.
El famoso virus es curable, ya se está disipando la mentira. El uso del dióxido de cloro mata el bicho. Pero los dueños del mundo utilizan a los jefes de gobierno de los diversos países para crear el caos y el miedo entre la gente, para luego “salvarnos” de la muerte.
Y meternos en el nuevo orden mundial bajo su control, a través de un registro universal. Un gran censo. Provocar la compra de la vacuna compulsiva con micro chip. Si no te la pones serás puesto en prisión. Será obligatoria.
Y si la libras, si la evades, pierdes identidad civil en el registro universal de todas las personas. No existes.
Primer paso, Eugenesia. Eliminar a los “comensales inútiles” (mayores de 65 y enfermos crónicos); la creación de una sociedad inmunodeprimida. Misión cumplida.
Siguiente objetivo por realizar: LA RECESIÓN ECONÓMICA. Depauperar a las sociedades y su desarticulación. Esta fase comenzó desde principios de 2018. Se anunciaba ya la llegada del fantasma de la recesión mundial.
Comenzaba a sentirse el crack. Pero habían de conjugarse varios temas para que saliera perfecto el plan. Todo era cosa de entrar en el momento justo al ciclo económico capitalista. Veamos.
El ciclo económico capitalista consta de cuatro fases: crisis, depresión, reanimación y auge. Estaba anunciada la llamada crisis, desde 2018, reconocida por la Merkel en Alemania.
Los estudiosos del ciclo capitalista coinciden en que el periodo que media entre el principio de una crisis y el comienzo de la otra se denomina ciclo y sabían que todas las condiciones estaban a la vista.
En ese momento surge la pandemia. Buen pretexto para rescatar a las empresas, tal como lo han anunciado los países ricos: Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, etc…
Y para los países jodidos o economías emergentes, el FMI entra a su rescate, vía préstamos. Endrogarse. México no cae en el juego y la clase conservadora lo critica, lo fustiga, le exige que siga el juego mundial. ¡La trampa! Todo esto confirmado. Veamos.
En la gran crisis del 2008 primero llegó la caída del sistema financiero mundial (bancos) y luego sacaron a flote a la pandemía (2009) la de la influenza (H1N1). Ahora cambiaron las cosas: la pandemia es culpable de la recesión, ahora es tiempo nuevamente del rescate con deuda (dinero público) de las grandes empresas.
En suma, el neoliberalismo no falló (como en el 2008), todo el derrumbe económico tiene un responsable: el coronavirus. Así no habrá responsables.
¿Qué viene? Lo que conocemos como micro y mediana empresa colapsará. Solo los más fuertes resistirán. Habrá nuevos modelos de pequeños negocios. En breve habrá un espasmo social. La clase más vulnerable reaccionará violentamente. Asaltos, saqueos, vandalismo. Buscarán no perecer de hambre.
Los poderosos comienzan a prevenirse. Ya hay simulacros con guardias de seguridad en los centros comerciales, por si la turba aparece.
La pobreza aumentará y los pobres bajarán un escalón, para asentarse en la miseria. Momento clave para que la oligarquía mundial reaparezca a ofrecer nuevos empleos. Pero pagando salarios más bajos.
El rinoceronte gris, desconoce y pisa al cisne negro. Para hablar en términos de Michelle Wucker.