Inicio Benjamin Carrera Democracia participativa, pilar de la transformación

Democracia participativa, pilar de la transformación

Benjamín Carrera (Representante estatal de la SADER).- Desde los nichos de poder más rancios, han surgido recientemente una serie de declaraciones sin sentido acerca de la revocación de mandato; sin embargo, desde la óptica de la transformación, ésta surge no como una herramienta de castigo, sino como un importante mecanismo de moderación ciudadana.

Impulsada ahora por la presidenta Claudia Sheinbaum, esta herramienta de participación se encuentra contemplada por la Constitución Política como una clara representación de la democracia, donde el pueblo no solo elige, sino que ahora vigila e incluso puede corregir cualquier exceso de poder.

Es así que, en la mañanera de este miércoles, la presidenta defendió la revocación de mandato como el ejercicio supremo de la soberanía popular, recordando que la participación no es una concesión, sino lo que da la vida misma a la república.

Afortunadamente, hoy México transida de la simulación electoral a la rendición de cuentas real y palpable, una acción presidencial que marca la pauta para la gobernanza inclusiva y horizontal; la revocación de mandato humaniza sin duda al poder, otorgando además un rol activo.

La revocación de mandato se ha visto fortalecida no solo desde las bases legales, sino con campañas de alfabetización cívica como parte de las “Jornadas de Democracia Directa” que iniciaron con este año, lo que ha capacitado a más de dos millones de mexicanas y mexicanos en las 32 entidades.

Los primeros resultados de esta concientización ciudadana, están dando frutos ya en estados con una alta marginación como Oaxaca y Chiapas, donde las campañas de educación cívica han sido bien aplicadas a través de consultas locales donde se consulta a la población sobre actos de corrupción al interior del gobierno.

En este punto vale la pena hacer hincapié respecto a lo que ya quedó plasmado desde el inicio de este espacio: la revocación de mandato no debe verse como mero castigo, sino que, al combatir la corrupción, reencauza el destino de recursos públicos hacia la población.

Fiel a su lucha por la equidad y la inclusión, la primera presidenta de la historia de México posiciona, además, a la revocación de mandato como una manera de empoderar a mujeres, jóvenes y grupos históricamente excluidos en los procesos de toma de decisiones. De acuerdo con el propio INEGI, las primeras peticiones de revocación de mandato de este año fueron formuladas por mujeres organizadas en colectivas, lo que muestra que la justicia ya no se limita a un concepto, sino que es estructural.

Por ende, este mecanismo de participación demanda resultados tangibles en demandas realmente ciudadanas, priorizando lo social por encima de lo clientelar, inyectando vitalidad a la participación y la representación, sin olvidar su potencial educativo y preventivo.

Para cerrar con sumo agrado, podemos decir que la transformación no es un experimento, sino una revolución que democratiza la vigilancia, fortaleciendo las comunidades en las que la esperanza es ahora palpable.