Inicio AVANZA SIN TRANZA Democracia echada a perder

Democracia echada a perder

Daniel Valles.- Sabíamos que al dar inicio las campañas políticas, se verían situaciones, actitudes y hechos de todo tipo de parte de las personas que participan. De candidatos, candidatas y de los partidos políticos. Siempre sucede así.

Para la elección que viene el 6 de junio, se presentan muchos más casos de los que se han visto en elecciones anteriores. De hecho, casi no recuerdo, así, a bote pronto, de alguno. Pero ahora, parece que brotan como las flores en primavera.

¿Será que los partidos políticos, que son los que con base en diferentes sistemas y métodos los eligen de manera ligera? ¿No saben bien quiénes son? ¿No tienen experiencia política y les vale? ¿No les importa, porque son populares?

Proceder así es, en mi opinión, válido, pero una forma de corromper la política. Las razones pueden ser esas o cualquiera otra. No importa. La cosa es que, en esta elección, algunos candidatos y candidatas se enfrentan a procesos legales en su contra, hechos vergonzosos, penosos, ilegales o son calumniados a diestra y siniestra. Pero, así es la democracia. De la que todos pueden participar, o casi todos, de casi todas las formas que la ley permite.

La democracia es el sistema que tenemos en México. Como muchas naciones lo tienen. Pero esta democracia es a nuestro estilo en su aplicación. No se parece a otras.

La democracia formal, es la que elije por medio de votos. La democracia sobre todo la formal, es decir, la electoral, no hace por sí misma más que la democracia de la derecha o la de la izquierda a un régimen. Aunque sí más soportable. Sería algo así como la ideal.

La democracia es frágil y no es perfecta como sistema de gobierno. Es tal vez, el menos malo de todos. Por eso en el otrora llamado “mundo libre”, es el sistema que prevalece.

Bajo este sistema cualquier persona puede ser candidato o candidata a puestos de elección popular, menos los ministros de culto, los que son discriminados por la misma ley. Sí, escribí discriminados. La razón, son ministros de culto.

La gente mexicana anticlerical del pasado les ha prohibido ese derecho que en otros países sí tienen. Es decir, no les temen. Por el contrario. Los promueven. La gente del hoy, también les tiene temor.

Para esta elección que viene, tuvimos entre los precandidatos en el PAN, a un hombre que ha hecho un gran trabajo por Ciudad Juárez, Alfonso “Poncho” Murguía, presidente del Museo La Rodadora, con un largo historial de trabajo social, comunitario, en el Cereso para con los presos y presas y en diversos programas de regeneración social.

¿Qué sucedió? En cuanto manifestó su intención de participar en la elección, le aplicaron el artículo 130 Constitucional que impide a los ministros de culto el ser candidato a un puesto de elección popular. Propios y extraños lo señalaron.

¿El ser ministro de culto es tan malo que no se puede aspirar a gobernar a una ciudad, estado o país al que se le ha servido por muchos años? Habrá gente que diga que sí, que es como si el demonio tomara control del poder político.

La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, cuyo artículo 14 señala: Los ciudadanos mexicanos que ejerzan el ministerio de cualquier culto tienen derecho al voto en términos de la legislación electoral aplicable. No podrán ser votados para puesto de elección popular, ni podrán desempeñar cargos públicos superiores, a menos que se separen formal, material y definitivamente de su ministerio cuando menos cinco años en el primero de los casos, y tres en el segundo, antes del día de la elección de que se trate o de la aceptación del cargo respectivo. Por lo que toca a los demás cargos, bastarán seis meses.

Encuentro una gran contrariedad en esto. Un ministro de culto, con buena fama, con una familia estable, que paga impuestos, que no tiene historial de crimen o delito alguno, que no está ligado a actos de corrupción a saber, no es candidateable.

¿Pero qué tal una persona con fama de violento, que miente, que tiene expediente en Hacienda por no pagar impuestos? ¿O que está ligado a narcos o al crimen organizado o que es líder sindical y se le atribuye haber malversado 50 millones de dólares? ¿Esos sí pueden ser candidatos con todas las de la ley?

Es el caso de Alfredo Adame, quien fue grabado diciendo que se quedaría con 25 millones, dijo de caretas, cuando se entiende que son pesos y reveló la estrategia política corrupta de ser votado para luego “chapulinear”. Al mismo que la distribuidora y fabricante de las caretas lo ha desmentido y que ahora se sabe que ha tenido problemas con Hacienda que no ha arreglado y está amparado y vinculado a proceso. ¿Él sí puede ser candidato?

¿Qué decir de Félix Salgado Macedonio? Ahora excandidato a gobernador por Morena para el estado de Guerrero, con dos demandas por presunta violación a dos diferentes mujeres y sigue aferrado a la candidatura, la que en un parpadeo se la dan.

¿O Raúl Cantú de la Garza, candidato de MC a la alcaldía de Salinas Victoria, NL, detenido en un operativo donde cae un líder del cártel del Golfo y al candidato se le encuentran en su posesión armas, drogas, cartuchos y además intentó sobornar a la autoridad? “Exonerado” al siguiente día. ¿Ese sí puede ser candidato?

Está una mujer, Clara Luz Flores, candidata de Morena al gobierno de NL, evidenciada mintiendo sobre su relación con la secta Nexium, de trata de mujeres, donde las prostituyen y las usan como esclavas sexuales; ¿ella sí puede ser candidata? Y hay más, lo que no hay es espacio para mencionarles.

Y luego nos quejamos de que nos roban, de que hay corrupción, de que no se hacen obras y que no alcanza el presupuesto cuando es por estas personas las que votamos los ciudadanos porque nos las presentan los partidos.

Los ciudadanos nos hemos alejado de la democracia, de la política y de las elecciones, a tal grado que hemos permitido que la democracia se ejerza sin una parte de ella, la de nosotros los ciudadanos, el “demos”, los que votamos, los más importantes en la ecuación. Les dejamos la parte de la “kratia”, gobierno, a ellos.

Pues la democracia supone que la gente elige a lo que los partidos seleccionan como lo mejor que tienen. Pero que, en la realidad, limitan, con las leyes y sus temores, a quienes pueden hacer un buen papel.

Premian o seleccionan a quienes sí pueden manipular los hombres y mujeres que manejan los partidos. Eso es corrupción política, que pudre y echa a perder la democracia.

Enfrente de nosotros tenemos en la elección del 6 de junio, la oportunidad de ejercer nuestro voto y evitar que la caquistocracia, es decir, elegir a la persona menos mala de entre todas para que sea la ganadora. Finalmente, eso es la Caquistocracia, la elección de la persona menos “peor” para gobernar.

¿Seremos capaces de hacerlo?

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP