Dr. Omar Bazán Flores.- A lo largo de la historia, los pensadores han sido vistos con sospecha y desconfianza y creo que resulta irónico en la actualidad, que una sociedad que se enorgullece de su supuesta apertura y tolerancia, rechace de manera constante a aquellas mujeres y hombres que cuestionan y buscan a menudo respuestas y nuevas perspectivas.
Desde siempre, los pensadores han sido perseguidos y condenados por sus ideas. Los filósofos griegos, como Sócrates y Platón, fueron perseguidos y condenados. Sócrates, en particular, fue condenado a muerte por “corromper a la juventud” y por no reconocer a los dioses del Estado. En la Edad Media, los pensadores que cuestionaban la autoridad de la Iglesia Católica fueron etiquetados como herejes y castigados.
Hoy la situación no ha cambiado mucho. Los pensadores que cuestionan el statu quo, ya sea en el ámbito político, social o económico, son a menudo ridiculizados, marginados o incluso perseguidos.
Actualmente, las redes sociales pueden ser un caldo de cultivo para la intolerancia y la censura, donde aquellos que cuestionan son atacados y silenciados y no necesariamente solo de manera física.
¿Por qué la sociedad parece rechazar a aquellos que buscan cuestionar y mejorar el mundo que los rodea? Una posible respuesta es que los pensadores desafían el orden establecido y ponen en duda las creencias y valores que la sociedad ha adoptado y creo que esto puede generar incomodidad y ansiedad en aquellos que se sienten cómodos con lo que piensan y sienten.
Otra posible respuesta es que los pensadores a menudo son vistos como una amenaza para el poder y para la autoridad establecida. Los que están en el poder pueden sentir que los pensadores están cuestionando su legitimidad y su derecho a gobernar y esto puede llevar a una respuesta agresiva y represiva hacia ellos.
Sin embargo, es importante recordar que los pensadores han sido siempre los motores del cambio y del progreso; sin ellos, la humanidad no habría avanzado en áreas como la ciencia, la filosofía, la política y la economía.
Los pensadores han sido los que han cuestionado las creencias y valores establecidos y han buscado nuevas perspectivas y soluciones para los problemas de la sociedad.
En lugar de rechazarlos, deberíamos celebrar su contribución a la sociedad y fomentar un ambiente en el que puedan florecer. Esto requiere una sociedad que valore la libertad de pensamiento y de expresión y que esté dispuesta a cuestionar y desafiar.
En última instancia, la pregunta es: ¿qué tipo de sociedad queremos ser? ¿Queremos ser una sociedad que rechaza a los pensadores y se aferra al statu quo, o queremos ser una sociedad que celebra la libertad de pensamiento y fomenta el cambio y el progreso?
La elección es nuestra. Podemos elegir ser una sociedad que valora la creatividad, la innovación y la libertad de pensamiento, o podemos elegir pertenecer a una que rechaza a aquellos que buscan cuestionar y mejorar el mundo que los rodea.
Finalmente, creo que para fomentar un ambiente en el que los pensadores puedan florecer, es importante valorar la libertad de pensamiento y expresión, fomentar la creatividad, la innovación y, por supuesto, proporcionar espacios seguros para la discusión y el debate.
Siempre se puede hacer más, pero considero que, si empezamos con esto, podemos crear una sociedad que valore la libertad de pensamiento, que fomente el cambio y el progreso. Una sociedad que celebre a los pensadores y les dé la oportunidad de crecer y aportar cambios que pueden ser sustanciales para mejorar nuestro estado, nuestro país y el mundo entero.