Dr. Arturo Castro.- El Covid-19 ya es 20 también, siguen los efectos, las consecuencias y no se llegan a conocer las causas, la sociedad sigue padeciendo y con todo el misterio del mundo se guardan los nombres y la descripción de la vida de los fallecidos al ser esta una pandemia matemática.
Solamente se conocen los números que proporcionan las autoridades sanitarias, son estadísticas que generan miedo en la sociedad que se mitiga de alguna manera con espectáculos de túneles sanitarios, vuelos sanitizantes y retenes vehiculares.
La globalización es un proceso económico, social, político, tecnológico y cultural en el mundo, totalmente conectado y que da lugar a una serie de cambios y tendencias en todos los países. Implica la solidaridad social y política en toda su extensión.
En este entorno, los países desarrollados ofrecen un equilibrio sostenible a los países en vías de desarrollo que incluyen la explotación económica por su dependencia en productos, empleos y servicios a pesar de que se llevan un producto terminado a precios muy por debajo de su costo.
La pandemia produce que las estructuras de gobierno entren en crisis, algo que inició como una historia de cine, llegó a todos los lugares del planeta, a las sociedades que no entendían de qué se trataba y a los poderes públicos que no encontraban respuestas unísonas para prever o hacer algo.
México entró a la tercera etapa de cinco en la epidemia; Estados Unidos sigue en la primera de tres; Perú está en la segunda de cuatro. Cada país hizo su propia escala de control y riesgos, la intervención del Estado es fundamental para la protección social.
La geopolítica tiene un gran reto ante el impulso económico de los países asiáticos, en México se depende en gran parte de ellos, existen por otra parte recortes presupuestales y carencias de todo tipo; sin embargo, la incertidumbre siempre tendrá una esperanza cuya base es una sanidad como cultura social.
Y así poder llegar a un modelo de sociedad cuyo crecimiento económico no sea un fin sino un medio, con estrategias globales de cambio que incluyan salarios justos como producto de un trabajo realizado y no regalos en un ambiente denominado estado de bienestar.
El gobierno tiene que repensar cómo restablecer la economía del país y no solo estar pensando en que los pobres siempre tendrán un alimento en su boca. La pobreza no justifica ninguna lucha, se ha usado desde siempre; la Revolución Mexicana en ella tuvo su base política aunque fue un pleito personal de Porfirio Díaz con Francisco I. Madero.
Lázaro Cárdenas en su presidencia socialista, la protagonizó con los pobres y así hasta la fecha en que los pobres existen y existirán al no haber una política pública que los desarrolle mentalmente, tanto individual como social.
La ausencia de efectividad en la gobernanza exige respuestas en la crisis de Estado que se vive. Las apariencias engañan, el precio del petróleo está en los suelos y México se dice tranquilo y preparado ante la adversidad. Parece que seguimos atrapados en la tragedia de siempre.
Un gobierno que no es eficaz, una sociedad que no cree que puede y una economía que por estatus social aleja cada vez más los bloques de modo de vida. La vuelta al pasado es historia, el presente vale un rediseño en la relación gobierno-sociedad sin demagogia por parte de los actores políticos.
Los partidos políticos en México en parte deben asumir su responsabilidad porque se ha gobernado bajo su premisa aunque ésta venga del Poder Ejecutivo, los presidentes siempre los han manipulado, llámese PRI, PAN o Morena.
Los partidos satélites por conveniencia son corresponsables, se unen al primer postor que es el gobierno en turno, tiene a un político como propietario y es quien decide el qué y el porqué, aparte del quién. Parece una condición ingrata de la política mexicana.
La globalización nos mantiene en contacto permanentemente, cuando se cuenta con tecnología las cosas parecen fáciles, pero cuando hay que dejar de trabajar o estudiar presencialmente y no existen condiciones para hacerlo en casa se entra en otra crisis que es laboral y académica.
El impacto a la economía es insuperable porque los costos de equipo de cómputo y de red de internet no siempre están al alcance de una sociedad reconocida como pobre todos los días, el reflejo es la entrega de despensas sin solicitarse y de suspensión de algunos pagos hasta que pase la crisis.
Es una crisis del estado de bienestar ya que existen muchas limitaciones de todo orden para la sociedad, el Estado debe tener la capacidad de crear estrategias y medidas adecuadas que se adapten a cada región para poder sobrellevar la agobiante pandemia universal que se tiene.
La sociedad tiene su estilo de vida marcado por la cotidianidad, la costumbre se genera sin una planeación previa que vaya de acuerdo a sus intereses y necesidades.
Nos une un pasado idéntico, la globalización produce algunas crisis, el enigma no es México porque la sociedad lo conoce, en todo caso es el cumplimiento de las promesas para estar mejor, que siguen siendo promesas para una próxima elección.