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Contenidos marxistas en la educación formal mexicana

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- Uno de los sucesos que más polémicas ha generado, en la vigente administración presidencial, ha sido la inclusión de temas marxistas en los textos didácticos de la educación mexicana como un medio para lograr el “progreso” y la “justicia social”. En tal sentido, el máximo representante gubernamental y su gabinete ejecutivo han desestimado las protestas de padres, apoderados y opositores. Por su parte, los adversarios a la acción muestran su preocupación por sospechar intenciones de adoctrinamiento adelantadas desde el Estado para enrumbar al país por la senda del socialismo y posteriormente del comunismo. 

Al respecto, lo que resulta alarmante es que se trate esta perspectiva teórica como una verdad inmutable o como la principal (y tal vez única) opción para entender el funcionamiento de las relaciones humanas en todas sus esferas o dimensiones. En efecto, hay que tener presente que, si bien las teorías sociales y económicas han sido esfuerzos de extraordinarios pensadores e intelectuales por interpretar la realidad, con la finalidad de actuar en consonancia a ésta y sacar el mayor provecho de la misma, éstas son siempre dilucidaciones imperfectas. Por lo tanto, invariablemente terminan siendo insuficientes para abordar la totalidad de lo que es real porque la realidad simplemente se resiste a ser categorizada o controlada (aunque ciertamente algunas propuestas se han aproximado más que otras a su discernimiento).

El marxismo ha planteado una de las explicaciones más influyentes en cuanto a lecturas de los hechos históricos se refiere. No obstante, en diversidad de casos se le ha dado cualidades sacras, predictivas, infalibles, inexorables y de validez permanente (es decir, casi sin posibilidad de cuestionamientos a sus fundamentos), lo que ha provocado que muchos de sus ensayos, en los países donde se ha tratado de implementar, no hayan culminado del mejor modo y, si acaso, con grandes traumas en la población. Incluso, se ha propuesto otorgarle un carácter de ciencia o disciplina científica a esta doctrina. Aquí el problema es que al confundirse lo teórico con lo científico se ha intentado ocultar o sesgar aquellas deducciones que no concuerdan entre la una y la otra.

De acuerdo a lo expuesto, si lo que se desea es ayudar a los estudiantes a comprender su entorno, además de este contenido, necesariamente se les debe mostrar las otras corrientes de pensamiento (como el funcionalismo, estructuralismo, por ejemplo). Lo sugerido para que los educandos puedan evaluar, pensar, comparar y elegir en libertad aquellos argumentos que se ajusten a sus razonamientos y/ o experiencias. De lo contrario, sí se estaría cayendo en un condicionamiento y no proporcionando nociones al alumno para que asimile que hay varias modalidades empíricamente probadas o formuladas para acercarse y/ o analizar la realidad.

También llama la atención el énfasis en una ideología en particular y no en temáticas que contribuyan a robustecer el orden democrático, sus actores, principios, mecanismos, instituciones, fortalezas, debilidades y los peligros que dicho modelo de convivencia corre en esta época. En los pénsum de estudio el asunto se toca poco más o menos que tangencialmente y, ante el avance de totalitarismos a nivel mundial, debería haber un importante interés sobre esto en los espacios académicos. Pareciese asumirse, por los simpatizantes del arriba mencionado enfoque, que este último y el sistema democrático son sinónimos o que entre ambos guardan tantas coincidencias que el uno llevaría automáticamente al ejercicio del otro, cuando no es así.

En definitiva, para no caer en parcializaciones, junto al marxismo tienen que enseñarse las otras tesis existentes, permitiendo que el escolar entienda que hay múltiples recursos de interacción con la realidad y de forma consciente pueda seleccionar libremente cuál es la alternativa que crea más conveniente y útil en su vida. En las obras marxistas hay elementos rescatables si se pretende crear utopías que sirvan de referencia en la construcción de proyectos de nación. Sin embargo, todo su bagaje teórico no puede emplearse ventajosamente el escenario actual. Marx reflexionó en el contexto de la industrialización, pero estamos inmersos en la era de la informática, así como de la inteligencia artificial, lo que implica nuevos desafíos, análisis y herramientas conceptuales para la humanidad.

Asimismo, hay que superar la deficiencia vinculada a la formación democrática y dotar de conocimientos más amplios al estudiantado acerca de este método de gobierno. Sabemos que la democracia no es el paradigma estatal perfecto, pero es perfectible y hasta ahora ha sido el preferible y más ventajoso al vivir en sociedad.