Jorge Quintana Silveyra.- Ahora estamos presenciando los estragos que está dejando la crisis en los habitantes del país y en los gobiernos locales. El presupuesto que se propone por el Ejecutivo federal a la Cámara de Diputados, refleja el problema mayúsculo que enfrentaremos los mexicanos el próximo año.
Aunado a este presupuesto federal, estamos ante la desaparición de más de cien fideicomisos que apoyan a diferentes sectores de la sociedad. Artistas, científicos, promotores culturales, centros de investigación y desarrollo, en fin, más de 160 mil millones de pesos que regresan a la Secretaría de Hacienda, para darles otro destino: Dos Bocas, Pemex, el aeropuerto de Santa Lucía, las becas a los jóvenes, sembrando vida, adultos mayores…
No sabemos, esperemos conocer qué propone el presidente de México, para saber qué pasará con estos recursos, mientras tanto, que la ciencia, la cultura y los artistas se queden sin recursos y el atraso del país sea evidente.
De esta manera vamos a empezar un año más, con más interrogantes que respuestas y sobre todo sumidos en crisis de salud, económica y social, ya ni hablemos de la inseguridad que parece que a este gobierno no le interesa combatir, más bien, como una estrategia para mantenernos ocupados en cuidarnos nosotros mismos.
Hagamos un alto en el camino y preguntemos a nuestros legisladores federales, sobre todo a los morenos: ¿qué labor están desarrollando en favor de sus representados?, porque lo que es evidente es su ausencia del territorio que representan y su total incapacidad para gestionar mejores presupuestos para sus municipios y estados.
Todos los recursos de la federación, los aportamos los habitantes del país y no son para uso indiscriminado y caprichoso del Gobierno Federal, deben ser para mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos, no solamente aquellos que, en su corta visión, señala el titular del Ejecutivo federal.
¡Vaya futuro que nos espera a la vuelta de la esquina! ¿Cómo vamos a sortear los grandes desafíos que nos está imponiendo la 4T?, porque aun cuando se cambie la composición partidista en la Cámara de Diputados, el daño ya está hecho.
Recuperar lo perdido nos llevará años y pagaremos todos por la terquedad y el empecinamiento de una persona que siempre ha visto todo con otra óptica a la que recomienda el sentido común, pero, más triste aún, por la irresponsabilidad de quienes sabiendo las consecuencias de sus decisiones no le corrigen o al menos, le proponen cambiar de rumbo.
A esta otra realidad nos vamos a enfrentar pronto.