Dr. Fernando A. Herrera M.- La presidente ha estado propiciando una colisión con Trump y tal vez no se da cuenta, lo cual es grave.
Y si lo hace a propósito, es peor, porque no se puede ganar una guerra comercial chocando con alguien que ha cambiado de parecer diecisiete veces respecto de los aranceles que le pondrá a México.
La última decisión –o la más reciente–, es la de los aranceles al tomate, cuando Estados Unidos depende de México hasta en un 70% para completar la demanda de este producto agrícola.
Sin embargo, lo hizo. ¿La razón? Es imposible saberla, pero tampoco podemos descartar que la presidente, con sus críticas constantes de que Trump está negociando con terroristas, lo ha molestado y sea la causa de tantos virajes en su actitud hacia México.
De por sí es impredecible, y si le rascan las costillas, lo vuelven un chimoltrufio, que como dice una cosa dice otra.
La colisión resultó natural ante la falta de sensibilidad política frente a un personaje tan polémico y xenófobo, colisionar era de esperarse.
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