La respuesta del presidente de la República es la misma de siempre: la culpa es de Calderón, de los gobiernos estatales y de las autoridades del pasado. No asume su responsabilidad
Jorge Quintana.- Quien trata de encontrar en el pasado la respuesta a su incapacidad, solo demuestra su ineficiencia en el cargo.
El asesinato de tres personas el lunes pasado en el templo católico de Cerocahui, dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, por un delincuente conocido por las autoridades federales y estatales, que casualmente no han encontrado desde hace años y a quien responsabilizan también del asesinato de un turista americano en el año 2018 y de mantener el control de la zona, encima de autoridades y policías, solo despierta sospechas y decepción en la población de sus autoridades.
Casualmente, en el mes de abril tenían ya cercado al delincuente en la sierra elementos de la Marina, y al igual que con Ovidio Guzmán, se escapó o dejaron escapar.
La respuesta del presidente de la República es la misma de siempre: la culpa es de Calderón, de los gobiernos estatales y de las autoridades del pasado. No asume su responsabilidad. Aun después de cuatro años de estar en el poder, todo es culpa de los anteriores y en el colmo del cinismo culpa a los sacerdotes y a la comunidad de complicidad con el crimen organizado en la Sierra Tarahumara. Qué poca… estatura de presidente.
La gobernadora del estado ofrece una recompensa hasta por cinco millones de pesos a quien dé datos suficientes para la captura del asesino y reporta que se han encontrado los restos de las víctimas en un paraje a unos ochenta kilómetros de distancia de Cerocahui. Qué tristeza que se alegren por encontrar cuerpos y no por detener la violencia en el estado.
¿Hasta qué magnitud tiene que llegar la violencia para que el Gobierno Federal y el Estatal dejen las campañas y se pongan a trabajar?
Los precandidatos de Morena, responsables de la política interna uno, de las relaciones exteriores otro y del gobierno de la Ciudad de México, otra, inician su periplo por el país en busca de la candidatura de Morena a la Presidencia de la República, con el visto bueno y la complacencia del presidente, mientras la violencia y el crimen campean por todo el territorio nacional. ¿Dónde está su responsabilidad y compromiso con el pueblo bueno?
La gobernadora hace campaña cada fin de semana y lo presume en redes sociales y en la prensa nacional, en lugar de evaluar y dar seguimiento a la política de gobierno y a sus funcionarios. Pronto cumplirá un año de ejercicio estatal y los resultados son nulos, la violencia crece y las masacres se convierten en escenario cotidiano de la realidad estatal.
El presidente sigue obstinado en su frase, que solamente es eso, “abrazos no balazos”. Esto, definitivamente, no es una política pública sino un manifiesto de buenas intenciones, solo eso.
¿Tendrá el pueblo de Chihuahua esperanza de un futuro mejor?