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Breve reseña de los abusos de un sátrapa

Dr. Fernando A. Herrera M.- La violación sistemática de los derechos humanos o fundamentales de las personas entraña diversos delitos penales de lesa humanidad que no prescriben. El ejemplo más desgarrador en nuestro estado lo encabezó el quinquenio maldito 2016-21.

Los abusos sufridos por las víctimas de los expedientes X, implican delitos graves que no prescriben y muestran hasta dónde puede llegar el odio de un gobernante que usó el poder para dañar a quien odiaba y nada lo detuvo para usar ese poder para dañar la vida, la reputación y los bienes de su enemigo y una vez que desató los demonios también decidió castigar a los que se opusieron a sus deseos.

Es así como Chihuahua registró en su historia el mayor abuso de poder de un gobernador contra quien dejaba el puesto. Era tanto el odio de este sátrapa que con absurdo y ridículo histrionismo vendió la gran mentira a la sociedad con la falsa promesa de Justicia para Chihuahua.

Siguiendo la máxima de Goebbels de repetir mil veces una mentira podría convertirse en la verdad, hizo de todo para lograrlo, aunque al paso del tiempo, sin éxito. Aun así, usó sin escrúpulos el poder del Estado para perseguir a su enemigo y los que habían trabajado en su sexenio porque no aceptaron declarar falsedades conforme a sus deseos.

Le pagó a quienes le vendieron su alma como testigos y firmaron falsas acusaciones en contra de su odiado antecesor para disfrazar de verdad a sus mentiras. Luego, decidió castigar a todos los que se negaran a firmar las falsedades que proponía y usó a los mismos traidores para fabricarles delitos por no aceptar someterse a su voluntad.

Consiguió jueces de consigna o a modo para que libraran órdenes de aprehensión. Luego, uno a uno fueron apresados y llevados a la sala de tortura en la casa que era de gobierno. Enseguida, a la cárcel, donde todavía envió abogados sin moral y sin alma deseosos de hacer dinero para extorsionarlos con la falsa promesa de soltarlos.

Con algunos lo consiguieron liberándolos con la mancha, dejándoles antecedentes penales en su historial, los otros no se doblaron ni aceptaron quedar con antecedentes porque –aunque se sabían inocentes–, dieron respeto a quienes decidieron salir así, pero ellos decidieron pelear, aunque pasaron en la cárcel hasta los cinco años del gobierno de su victimario.

Lucharon con las herramientas legales a su alcance y la justicia lenta, muy lenta, pero fue liberando uno a uno hasta que todos lograron su libertad, no sin antes perder con enorme dolor a uno de los suyos al interior de la cárcel por falta de atención en la pandemia, y a sufrir lo indecible por el suicidio de tres personas que, fieles a sus principios, prefirieron quitarse la vida que ser traidores.

Finalmente, extraditaron a la persona objeto de su odio, pero el sátrapa ya no tuvo tiempo de hacer el daño que pretendía, aunque no hizo falta, porque los que heredaron su poder y el gobierno, por cierto, también habían sido sus víctimas, pero lejos de hacer lo correcto, creyeron su deber seguir el camino marcado por su verdugo y en acciones impensables decidieron ensañarse con quien era acusado falsamente y que antes les había tendido su mano.

Hoy, también este hombre logró libertad restringida, pero puede, por la medida cautelar, moverse por la ciudad, mientras termina su proceso.

Sin embargo, llama la atención la forma en que la sociedad ha ido mutando la creencia de aquellas mentiras por un afecto, por un sincero cariño y un extraordinario trato, tan amable a esta persona que a donde vaya lo abrazan como abrazando a todos, o lo reconfortan y alientan para seguir adelante hasta que se haga justicia.

Atrás quedó aquel falso orador que prometía la justicia y que al final resultó un vulgar ladrón. Sí, aquel histriónico al que la sociedad le compró sus mentiras cuando se representaba como el adalid de la justicia vendiendo su fracasada estrategia “Justicia para Chihuahua”.

Las mentiras e injusticias del sátrapa se esfumaron y resultó un vulgar ladrón, flojo y mentiroso. Y ahora, junto con varios de sus principales colaboradores, son prófugos de la justicia.

Lo que no se entiende es por qué el actual gobierno no persigue a quienes ahora son prófugos de la justicia y al mismo tiempo frenan los procesos de sus víctimas y les obstruyen, cada vez que pueden, sus derechos, o por lo menos los retrasan para que se inscriban, ya sea en el padrón nacional de víctimas o en la secuencia de sus denuncias contra colaboradores del sátrapa. Ni tampoco aceleran la devolución de los bienes incautados de manera ilegal. Este gobierno revictimiza a las víctimas con sus acciones inexplicables.

Mientras tanto, la persona que encabezó el abusivo gobierno, ahora protegido por el fuero, se burla de ellos, de la justicia y de quienes hoy gobiernan.

¿Por qué este gobierno no repara los abusos y violaciones de los derechos humanos cometidos por el sátrapa que, por cierto, no pueden apresar por la defensa de sus protectores que hoy son gobierno en el país?

¡Que alguien me explique!

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