Alejandro Zapata Perogordo.- Para muchos ciudadanos la esperanza del cambio se encuentra en las elecciones del veinticuatro, donde se renuevan los Poderes Ejecutivo y Legislativo, al considerar que el movimiento de la 4T, amén de no cubrir las expectativas prometidas, nos conduce por un rumbo inesperado, de resultados desalentadores y de privilegios a sus élites.
Mientras para algunos sigue siendo una larga y oscura noche, para los cercanos a la administración les resulta un tiempo corto que camina rápido y, por lo tanto, consideran insuficiente el espacio para consolidar su proyecto, cuestión que inclusive los ha obligado a llevar a cabo perversas alianzas, rompiendo las más elementales reglas de ética política y los principios que sostienen nuestra frágil democracia.
Prevaleciendo un sistema de partidos, aunque es evidente el desgaste que estos institutos políticos han tenido en los últimos años, son organizaciones necesarias. Se requieren para la consolidación y el fortalecimiento de la cultura democrática, como cauces para impulsar liderazgos en los procesos electorales.
Sin embargo, es de reconocer que los partidos políticos del bloque opositor tienen su propia dinámica, se encuentran inmersos en sus batallas internas, su narrativa prácticamente se ha enfocado a la crítica, sin construir alternativas, como tampoco la proyección de lideres que permitan apoyar los esfuerzos de contrapeso y posibiliten los necesarios equilibrios.
De esa impresión deriva que su apuesta para enfrentar los comicios se hace descansar sobre la estrategia de cooptar un voto de castigo en contra del movimiento morenista, lo que desde luego es válido, pues existe una cantidad importante de ciudadanos arrepentidos; sin embargo, no representa una oferta política convincente, al fincarse sobre lo malo y lo menos malo.
Los electores están cansados, hartos y de-sesperados, vivimos en un país donde se incrementa la pobreza y la violencia extrema limita las libertades, la inflación está provocando carestía en los hogares y la corrupción oficial sigue siendo un lastre social que corroe los valores cívicos, la merma de confianza y credibilidad es mayúscula.
Es el momento en que los partidos políticos demuestren de qué están hechos, si bien, el bloque opositor constituye una figura extraordinaria dadas las circunstancias, la alianza con la sociedad es indispensable para que cumplan con su responsabilidad histórica evitando más daños.
Algo cierto consiste en que el permanecer cerrados los partidos políticos de oposición, les permite el reparto de posiciones, cuestión atractiva al interior de los institutos, pero insuficiente para generar la necesaria confianza con los votantes, razón elemental para abrirse, tocar puertas y atraer a liderazgos sociales comprometidos.
La aportación de ideas, propuestas y la construcción de alternativas en aras de un nuevo proyecto de Nación, que despierte el interes ciudadano, que renueve la esperanza, el convencimiento y motive la participación, son elementos indispensables en la construcción del nuevo modelo.
Así, resulta consecuente la necesidad de apertura de los Partidos Políticos haciendo alianza con la sociedad; la edificación de un proyecto incluyente de cambio y; la participación de caras nuevas, liderazgos frescos, en aras de cumplir la misión histórica.