Raúl Ruiz.- ¿Se puede argumentar contra un necio? ¿Un estúpido? ¿Qué entendemos por “necio” y “estúpido”?
El necio suele ser alguien que se aferra a sus ideas sin importar evidencia, lógica o contexto. No escucha, no dialoga: repite. ¡Asegura!
El estúpido, en el sentido más profundo (como lo plantea Carlo M. Cipolla en su “Teoría de la Estupidez”), es aquel que causa daño a otros sin obtener beneficio propio. Es impredecible y, por eso, peligroso.
¿Vale la pena argumentar? Contra el necio, argumentar puede ser inútil si tu objetivo es convencerlo. Pero si tu público es otro —los que observan el intercambio— entonces el argumento se vuelve performance, pedagogía, resistencia simbólica.
Contra el estúpido, el riesgo es mayor. No hay lógica que lo contenga y puede arrastrarte a su terreno donde la razón no sirve. Aquí, el silencio, la sátira o el desplazamiento estratégico pueden ser más eficaces que el argumento directo.
Por eso, recomiendo el silencio, en estos casos. Pero si el propósito es avasallar, mejor utiliza el sarcasmo, la ironía, la sátira.
¿Y tratándose de los problemas de CJTOWN? Ahí sí que se puede argumentar… pero no para ganar, sino para revelar.
El necio y el estúpido son tipos que merecen ser tipificados, dramatizados, expuestos en su tragicomedia. No para humillarlos, sino para que el público vea el mecanismo del poder, la ceguera, la repetición.
Es el caso de pitufilandia. Reiteran su malograda tesis: insistir en la denostación al arroparse con la evocación de corrupción contra sus adversarios. En síntesis: Argumentar contra el necio puede ser inútil si esperas reciprocidad, pero útil si buscas desenmascarar. Argumentar contra el estúpido puede ser peligroso si no tienes control del escenario.
En ambos casos, el humor, la ironía y la narrativa pueden ser armas más potentes que la lógica desnuda.
Tipifiquemos juntos al necio juarense, sobre todo al misántropo, al que siente o manifiesta aversión, desprecio o desconfianza hacia su sociedad.
Tipología satírica: El Necio y el Estúpido de Juárez
1. El Necio Ilustrado.
– Síntoma principal: Cree que leer tres editoriales lo convierte en experto constitucional.
– Frase típica: “Yo ya lo había dicho desde antes, pero nadie me escucha”. “Tengo datos sólidos, tú no”.
– Acto performático: Interrumpe foros ciudadanos para citar a Maquiavelo… y lo hace mal.
– Función simbólica: Representa la obstinación con barniz académico. Es el eco de la élite frustrada.
2. El Estúpido Funcional
– Síntoma principal: Toma decisiones que perjudican a todos, incluido él mismo, y luego sonríe en la rueda de prensa.
– Frase típica: “No es error, es estrategia”. “Lo hice por el bien de mi ciudad”… “Del medio ambiente”. “Por la salud de nuestras pequeñas ardillas”.
– Función simbólica: Encarna la lógica del absurdo institucional. Es el bufón que cree ser rey.
3. El Necio Popular
– Síntoma principal: Repite lo que oyó en la radio como si fuera dogma.
– Frase típica: “Así se ha hecho siempre”. “Todos son corruptos y ladrones”. Reiterativa.
– Acto performático: Denuncia al de enfrente, pero defiende al político corrupto porque “al menos da despensas.”
– Función simbólica: Es la voz del conformismo ritualizado. El guardián del statu quo emocional.
4. El Estúpido Digital
– Síntoma principal: Cree que un meme es argumento político.
– Frase típica: “Checa este TikTok, ahí explican todo”. “Ya lo dijo Loret… Y Brozo”.
– Acto performático: Difunde desinformación con emojis de fuego.
– Función simbólica: Es el algoritmo encarnado. La estupidez viralizada.
No les diré más. Sólo observe a sus costados e identifíquelos.