Dr. Arturo Castro.- Decíamos la semana pasada, que en política siempre se está aprendiendo, es un proceso continuo que permite al individuo y a la sociedad comprender mejor las ideas y las acciones para la promoción de mejores niveles de vida, tanto personal como colectiva.
En política el verbo principal es ganar, no concurre ningún otro objetivo en esa tan difícil tarea de convencer a tirios y troyanos, se busca el éxito a través de la hechura de tareas que no dejen aristas por fuera de lo planteado en la planeación previa.
De quienes participan dependen las transformaciones, esos cambios que surgen de las oficinas de campaña y se convierten en premisas gubernamentales que a veces tardan en llegar o de plano se quedan en el papel que va al archivo muerto de las siguientes administraciones.
Lo que se hace y dice se convierte en la verdad para quienes están en este campo del conocimiento y cuya actividad se desarrolla día con día, elección tras elección, decisión por decisión, en la cual los protagonistas deben dejar lo mejor de sí mismos en el terreno de juego, siempre teniendo presente la ausencia del egoísmo, que no conduce sino al empoderamiento frágil y sin pilares de sostén.
Si se quieren cambiar las cosas, siguiendo las pautas de desarrollo en todos sus ámbitos, el político o su seguidor se la tienen que creer, es el poder de la atracción de lo que se quiere hacer, si se cree que se puede, indudablemente se logra. Véase a John F. Kennedy implementando apoyos para investigación espacial en 1962 que rindió frutos el 19 de junio de 1969 cuando Neil Armstrong caminó en la Luna.
Lamentablemente no lo vio, pero lo soñó y tanto gobierno como sociedad cosecharon el triunfo de aquella propuesta casi utópica. Aprender de la historia es fácil cuando se analiza detenidamente el por qué y el para qué de las propuestas públicas.
Aprender a ser capaces de hacer acciones las ideas, aun y cuando las preocupaciones se presenten, el tiempo siempre refresca brindando mejores condiciones para la toma de decisiones fundamentales que produzcan el anhelado desarrollo integral de la sociedad, así el poder y quienes lo sustentan ganan, es aquel ganar-ganar, gobierno-sociedad.
Se trata de vivir y no de dormir los sueños que se presentan concurrentemente, la vida es sueño afirma Lope de Vega en su gran obra. Se debe trabajar incesantemente para el logro de los objetivos, llevando por delante la cultura del esfuerzo que pregonaba Luis Donaldo Colosio.
Los grandes hombres de la historia han escrito la misma y dejado un legado que se debe de aprender para facilitar el ejercicio de ese difícil campo de la política, que a todas luces es ingrato, pero emocionante y en donde se busca todo, unos sin intereses, lo más con motivaciones surgidos de un sistema que los envuelve y los atrapa.
La política cuando se aprende, se profesionaliza, el triunfo ofrece esperanza, por ello necesario la lluvia de ideas que evadan el concepto personal de lo que se tiene que hacer para evitar la manipulación y pueda surgir la frescura que ofrece el sentimiento de seguridad para servir a los demás.
La ambición de trascender en la historia es la imagen del éxito que por educación teórica o empírica se adquiere, la política ofrece un universo de posibilidades, siendo esta siempre igual. Teófilo Borunda expresaba que esta “fue, es y será siempre igual”.
Solo el cambio de condiciones y de protagonistas, según el ambiente del momento, las circunstancias ajenas al hombre como aquel desastre en México de 1985 que unió a todos: gobierno y sociedad eran uno solo en aras de superar el mal momento.
Este suceso nada que ver frente a las devaluaciones de la moneda mexicana que provocaron un malestar social y por lo mismo la angustia de los políticos que, queriendo sin querer, daban la cara buscando apoyo y en donde el recuerdo del error de diciembre de 1994, Zedillo, tuvo un alto costo político al partido en el poder.
Aprender sobre política es fomentar la diferencia de que todos aquellos que participan en este campo son iguales, cada quien tiene su posición con ideas que buscan no equivocarse ante los embates de la crítica más destructiva que constructiva.
Quienes practican política piensan en sí mismos y la oportunidad de sus posibilidades que motivan cambio de partido, ideología y hasta de costumbres en el trato cotidiano, la historia la escriben los ganadores, aunque el Moro de Cumpas que perdió aquella afamada carrera frente al Zaino de Agua Prieta quedó en la mente perenne de todos y hoy de todas también.
Creer y no engañarse ante rumbos equivocados, aprender a caminar de frente, sin titubeos ni distracciones, caminar seguro sintiendo el peso de la responsabilidad como un factor de fuerza, conociendo la premisa de “Sé a dónde ir”.
Aprender pues, en ese intenso viaje de la vida, proporciona la locura quijotesca de transformar la fantasía en realidad.