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Adicciones

Alejandro Cortés González Báez.- Existen diversos tipos de vicios que pueden llegar a convertirse en adicciones químicas o tóxicas, como el alcoholismo, el consumo de drogas; y otras conductuales, como la pornografía, el juego, las compras, etc. No todo hábito repetitivo es necesariamente un vicio; esto dependerá del grado de dependencia que se tenga para poder vivir con cierta normalidad. Aquí nos encontramos con dos factores que son la tolerancia y la dependencia. 

Adicción implica una incapacidad de controlar la conducta, dificultad para la abstinencia permanente, deseo imperioso de consumo, disminución del reconocimiento de los problemas causados por la propia conducta y en las relaciones interpersonales, así como una respuesta emocional disfuncional, e incluso, daños físicos.

Algunos especialistas afirman que los criterios de diagnóstico operativos de la ludopatía tienen exactamente el mismo diseño que el de las adicciones a sustancias químicas, como el alcohol, el tabaco y demás drogas, lo que muestra un modelo que se presenta como base para una enfermedad psíquica.

La ludopatía es un problema adictivo sin sustancias que consiste en un trastorno donde la persona se ve obligada, por una urgencia psicológica incontrolable a jugar, y a apostar o simplemente ver la pantalla, de forma persistente y progresiva, afectando su vida personal, familiar y profesional. La ludopatía puede afectar en la vida diaria de la persona hasta dañar sus relaciones de amistad, familia e, incluso, la alimentación y el sueño, donde estas realidades pasan a un plano secundario.

Uno de los daños fundamentales de la adicción al juego a nivel personal lo encontramos en la disminución paulatina de la voluntad que puede llegar a provocar la pérdida de ésta, afectando todos los planos de la vida. En otras palabras, los vicios acaban dominando la capacidad de actuar libremente. Se termina por ser esclavos de aquella mala costumbre, por decirlo de forma simple. Además, cada vez se requiere de experiencias mayores para satisfacer la ansiedad (Dependencia).

La persona afectada suele experimentar la inquietud y la irritabilidad al no poder satisfacer sus ansias y es frecuente el recurso a la mentira para justificarse. Por si esto fuera poco, continúa jugando a pesar de que ello suponga arriesgarse o perder todo.

Muy cerca de esta realidad encontramos el Trastorno de Dependencia a Internet, cada día más frecuente en chicos y grandes. Aquí, sin duda, cabe levantar una alerta sobre todo con los menores de edad. Podríamos decir que comprarle un teléfono celular a un niño es como sentarlo todos los días en las máquinas tragamonedas  de un casino de apuestas para adultos, con todo lo que esto implica. 

Las causas de estas anormalidades son variadas, pero por lo general tienen que ver con problemas de insatisfacción emocional por la falta de atención y cariño, así como de un equivocado o deficiente esquema de sana disciplina dentro del ambiente familiar. Aquí resulta fundamental la prudencia para conseguir un equilibrio certero entre estos temas.

Copio unas ideas que acabo de leer y que pueden tener relación con lo anterior: “Como padres nunca hagan un hijo más importante que otro. Como tíos un sobrino no es más importante que otro, ni los nietos más importantes que otros. Eso duele a los chicos… A todos se les tata por igual”.

¿Será muy tarde para corregir los errores que estamos cometiendo? Y lo más importante: ¿Estaremos dispuestos a hacer lo necesario para superar los vicios propios y los de aquellos que dependen de nosotros? 

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