Inicio EL MEOLLO DEL ASUNTO Acecho: Una ley que proteja a toda persona, sin sesgos ni ambigüedades

Acecho: Una ley que proteja a toda persona, sin sesgos ni ambigüedades

Daniel Valles.- La iniciativa de la diputada Rosana Díaz, sobre el acecho que una persona pueda ejercer sobre otra, es algo que debe de ser bien recibido y quedar perfectamente bien denotada cada palabra que se use en ella. Esto para evitar que se detenga y no “transite”, una modificación tan necesaria al Código Civil del Estado.

No es un capricho legislativo, ni un guiño a la moda política. El acecho es un problema real, que no se resuelve con discursos ni con un “bloqueo” en redes sociales. Es una conducta que, sin tocar un solo cabello de la víctima, la puede llevar a vivir con miedo, ansiedad y hasta a cambiar su vida entera. De ahí la importancia de que la ley lo reconozca y lo sancione.

La diputada propone que no se tenga que demostrar un cuadro médico de ansiedad o pánico para que proceda la denuncia. Y es que, en muchos casos, la víctima no llega al consultorio de un psicólogo: vive el acoso en silencio, con la carga de probar que lo que siente es “suficientemente grave”. Ese es un filtro perverso que termina favoreciendo al agresor. No hace falta que me extienda en este punto y explique los abusos a los que se podría llegar.

Ahora, hablemos de la “perspectiva de género”, este término, tan manoseado en los últimos años. Aquí debe ser usado con bisturí, no con machete. Significa reconocer que históricamente el acecho ha afectado más a mujeres, niñas y adolescentes. Pero eso no borra la realidad de que también los hombres pueden ser víctimas.

Si la ley se redacta para proteger a “toda persona”, se evita que la justicia se vuelva selectiva y se preserve su carácter universal.

Porque la nobleza de esta iniciativa no está en ponerse del lado de un sexo, sino en garantizar que nadie, absolutamente nadie, viva bajo vigilancia o intimidación constante.

Que el Congreso del Estado defina con precisión qué es “acecho”, sin ambigüedades, sin sesgos, y que lo coloque como un delito que castigue la conducta, no la estadística. No hay que olvidar que una ley mal redactada es como una puerta abierta al abuso… pero del otro lado. Por eso, más vale que el espíritu de justicia prevalezca sobre las consignas de moda. Ahí, El Meollo del Asunto.