Padre Eduardo Hayen.- Es de sumo interés lo que ahora está sucediendo en Estados Unidos. Nunca en la historia de ese país se había filtrado a la prensa un documento de la Suprema Corte de Justicia como ocurrió hace unos días. El documento es un borrador que expresa la opinión de la mayoría de los nueve jueces de la Corte sobre el aborto y en él se define como “error flagrante” la histórica decisión de la Corte Suprema en 1973 de legalizar el aborto en el famoso caso “Roe vs Wade”. Esto ha armado la pelotera en grande y desatado la furia de la progresía estadounidense que ve muy cerca el final del derecho al aborto.
La Suprema Corte confirmó el martes 3 de mayo que el documento filtrado es auténtico, pero aclaró que no es la decisión definitiva de la Corte ni la postura final de ninguno de los miembros. Efectivamente, el documento tiene únicamente valor de estudio y está sujeto a nuevas discusiones y argumentos antes de dar el fallo definitivo, el cual se espera a más tardar en junio de este año.
La pregunta es ¿por qué el documento se filtró a la prensa? El delito es gravísimo. El mismo juez de la Corte John Roberts calificó la filtración como una “atroz ruptura de la confianza” y ordenó abrir una investigación. Se dice que pudo ser un asistente de la juez demócrata Sonia Sotomayor, quien antes había concedido entrevistas al medio progre donde se filtró el documento. Otra teoría es que se trató de los servicios secretos quienes obedecieron al presidente Biden para presionar a los jueces. Lo cierto es que nadie sabe cómo y por qué ocurrió la filtración.
Según Pablo Muñoz Iturrieta, politólogo experto en política estadounidense, la filtración puede tener dos motivos. El primero es que, debido a que la sentencia final sobre la derogación del derecho al aborto no ha sido dada y la información filtrada ha sido un escándalo gigantesco, esto puede hacer que el Congreso cierre el año de la Suprema Corte, así todos tengan que irse a casa y se posponga la sentencia final debido a la falta de consenso.
El segundo motivo es el más terrible: que mientras mandan a los jueces a su casa el Congreso tenga tiempo para tratar de sacar una ley federal que proteja el derecho al aborto en toda la nación. Es la intención que tiene el muy “católico” presidente Biden. De lograrse esto, la causa pro vida sería la gran perdedora ya que sería mucho más complicado que se declarara inconstitucional esa ley.
Así que las cosas no están fáciles, y menos con la filtración del documento, que ha puesto el agua progre a hervir antes de tiempo. Lo cierto es que si en junio se llega a eliminar el derecho al aborto en Estados Unidos, se dará el golpe más duro al negocio del aborto en nuestro vecino país y también en otros países.
Al menos 22 estados de la unión americana impondrían muchas restricciones al aborto y, lo mejor para nosotros en Latinoamérica es que se prohibiría a grupos económicos y asociaciones abortistas como Planned Parenthood financiar a grupos promotores del aborto en Hispanoamérica.
No sólo eso. La llegada de un presidente norteamericano pro vida a la Casa Blanca podría exigir a países que reciben ayuda financiera de Estados Unidos –México entre ellos– que dejara de promover el aborto en su país a cambio de tener esa ayuda.
El ambiente en Norteamérica está más polarizado que nunca. Se trata de dos posturas irreconciliables que reflejan dos manera de interpretar el derecho. Por un lado quienes juzgan y entienden la Constitución con el espíritu con el que fue escrita y, por otro, quienes afirman que la Constitución debe adecuarse a los tiempos actuales.
“¿Cómo se atreven –dijo visiblemente enojada la vicepresidenta Kamala Harris después de conocer el documento filtrado– cómo se atreven a decirle a una mujer lo que puede hacer con su propio cuerpo? ¿Cómo se atreven a tratar de evitar que determine su propio futuro? ¿Cómo se atreven a negar a las mujeres sus derechos y libertades?”
La Harris habla por el progresismo. Pero en las antípodas están los pro vida que afirman que los abortos niegan todos los derechos y libertades a los bebés por nacer, ya que son seres humanos vivos e insustituibles desde el momento de su concepción, y que el derecho a la vida de un inocente prevalece sobre otros derechos que reclamen las mujeres.
Mientras llega la decisión final de la Suprema Corte –esperemos que el mes próximo y que sea a favor de la vida– quienes defendemos a los no nacidos debemos seguir orando; porque esta es una batalla, ante todo, espiritual, un choque frontal entre la luz y las tinieblas. La escalofriante cifra de más de 63 millones de bebés que han sido sacrificados en abortos en Estados Unidos desde 1973 podría empezar a detenerse y Norteamérica podría representar un futuro de esperanza para muchas naciones.