Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Jesús Valenciano, actual presidente municipal de Delicias, tiene un reto enorme frente a sí mismo y ante la sociedad deliciense. Este sufrido pueblo, al igual que Ciudad Juárez y los otros 65 municipios, ha sido víctima del abandono de sus gobernantes, sin importar los colores de donde surgieron, igual fallaron.
Hace muchos años, más de los que nadie quisiera, que no se tiene un presidente que deje verdadera huella, por lo menos de este Siglo XXI nadie se salva. ¿Por qué pasa esto? Pasa porque el poder hace perder el rumbo a quienes llegan a ocupar esos anhelados puestos.
Desde inicios de nuestra humanidad el Síndrome de Hubris exalta el orgullo y la soberbia y lleva a la desmesura a quien ostenta poder, a esta transformación también se le conoce como Hubris, donde el ego, lo excéntrico y el desprecio a otras opiniones rigen al gobernante.
Delicias no es el único municipio que ha tenido que soportar a este tipo de autoridades, porque esta enfermedad, permita llamarla así, le pega a todos los que alguna vez han o hemos ocupado una posición con un mínimo de poder. Aquí entra todo tipo de autoridades en los distintos órdenes de gobierno e instituciones del estado, autónomas o no. Desde luego que hay niveles, pero ese no es el tema.
El asunto es que Delicias, al igual que los demás municipios, sin dudarlo, necesitan de un alcalde que se faje bien los pantalones y lleve a mejor puerto a nuestras comunidades. Ya basta de que solo pasen a formar parte de la estadística, cuando mejor les va, porque otros van a dar a la cárcel. Ya basta de que solo ocupen el puesto con aspiraciones superiores, que son válidas, pero que necesitan, para cumplirse, de un buen desempeño en el cargo. Por eso se dice que las presidencias municipales son tumbas políticas, aunque hay excepciones, como la de Maru Campos.
Jesús Valenciano es un hombre 4×4, joven, con talento político, viene desde abajo, del esfuerzo propio y familiar que, a base de sudor y lágrimas, si no de llanto, sí de frustraciones en el camino empujan fuerte para salir adelante. Por eso, Chuy está obligado a realizar un mejor gobierno que los anteriores presidentes municipales, porque desde su procedencia, sumamente humilde, sus estudios superiores, pero sobre todo su trabajo entre y con la gente le han forjado una carrera política, todavía incipiente, pero que se lo exige para seguir en ascenso.
El Plan Municipal de Desarrollo es un documento que nadie, o casi nadie, toma en cuenta, lo hacen, sí, pero porque la ley los obliga, pero nadie lo sigue. Administrar una ciudad importante o un municipio, por pequeño que sea, implica tareas complejas que no pueden dejarse al día por día o como se vayan dando, de acuerdo a las peticiones de la gente. De las promesas de campaña ni escribamos porque son tantas que ni registro llevan de ellas. Un candidato dice lo que la gente quiere oír para ganar su voto. Si hay excepciones favor de comunicarlas a mi correo, para corregir.
La capacidad de una persona respaldada por un equipo humano, grande o pequeño, de acuerdo a sus habitantes y presupuesto, debe ser aprovechada al máximo y para eso es que se exige legalmente un Plan Municipal de Desarrollo que abre la llave de los recursos, justo cuatro meses después de la toma de protesta.
La organización del equipo depende de ese Plan, de que haya rumbo y destino. Nadie va a ninguna parte, cuando alguien decide ir a alguna parte tiene que saber a dónde, pero no basta saber que en una presidencia se atiende el día a día con la gente que acude a las diversas oficinas porque eso es parte del diario trabajo que generan las urgencias de una sociedad.
Tiene que existir un programa de trabajo sistemático para cumplirlo en cada una de las áreas de gobierno y tiene que existir una evaluación periódica de ese desempeño, lo cual traería como consecuencia la depuración natural del equipo.
La Teoría del Caos propuesta por Lorenz en los años 60 representó y representa un paradigma que propició, propicia y seguirá propiciando importantes cambios en la forma de administrar y de hacer las cosas, tanto en las pequeñas, medianas y grandes empresas como en los diferentes órdenes de gobierno.
Cuando hay problemas inesperados no tienes que salir corriendo como si fueras un bombero. El presidente no es psicólogo ni suministra terapia a sus funcionarios. Cuando hay apuros es mejor tomar un respiro que obstinarse en resolver con inmediatez.
Conservar la visión impide salirse del camino, ejecutar la misión cada día construye los resultados que se esperan y el destino al que se quiere llegar, hacer cada pequeña tarea de la manera correcta muestra los valores que definen a un orden de gobierno. Tener objetivos para cumplir en diferentes tiempos dentro del trienio o sexenio permite que haya un desprendimiento de tareas que ocupen a todos y generen sinergia.
En su partido nadie tenía duda de que él debía ser el candidato a presidente municipal, se lo había ganado con sus cinco años como diputado, tres como regidor y tres como funcionario. Toca ahora demostrar de qué está hecho y hasta dónde puede aspirar a crecer, porque es ahora cuando se inicia de verdad su carrera política, la que lo puede llevar a ocupar importantes puestos en otros órdenes de gobierno.
Jesús Valenciano debe seguir el camino institucional con su compañera de partido María Eugenia Campos Galván, gobernadora del estado. Debe demostrar absoluta transparencia en el manejo de los recursos del municipio y llevar el gobierno con mano firme aparejado de resultados que se combinen con los del Gobierno del Estado para aspirar a refrendar o ganarse la confianza y la voluntad de la gobernadora y su equipo y así atraer más recursos para Delicias.
De que Valenciano puede hay muchos convencidos, entre ellos el que escribe. Ahora depende de él.