Dr. Arturo Castro.- Los tiempos atraen nuevos tiempos, la política se enfrenta hoy a nuevos dilemas y experiencias que van del espectáculo a las tradiciones marcadas por la historia. Lo sencillo ausente, para comprender el presente basta conocer el futuro.
Conocer el futuro parece algo imposible si no ha ocurrido, las profecías de los antiguos parecían cumplirse, el boticario Nostradamus utilizaba algo como el sentido común, a los hechos que inevitablemente podrían ocurrir les llamaba profecías.
Hoy los políticos migran de partido en partido, incluso lanzan sus candidaturas sin ellos para ganar, la clase política desea servir sin considerar ideología alguna, el amor a la sociedad se vive como nunca.
En elecciones se pierde y se gana, pocas veces se empata, el que gana ganó y el que pierde sale ganando ya que es invitado al proyecto triunfador para mostrar la unidad que se dice se necesita. Esto ocurre con los políticos. Los oportunistas, advenedizos, casuales quedan fuera por su origen.
Se compite para ganar, la sociedad espectadora y dictaminadora elige alguna opción de las que se le presentan, la realidad es que se desea un buen gobierno y al tomar la decisión se quiere que alguien quede fuera por no considerarle capacidad y confianza.
Ganar es lo que se busca con anhelo, siempre ese deseo es lo máximo, decía Marcelo Bielsa exfutbolista argentino y remataba con: No me quieras porque gané, quiéreme para ganar, así los electores se comportan, pero a veces hacen ganar sin querer a nadie.
El derecho a votar ofrece el derecho a elegir en esta relación político- social. La relación entre los participantes antes era de lucha partidaria, de odios y rencores, de afrentas y venganzas, los políticos de ayer avanzaban con ideología, con mística y responsabilidad, si ganabas ganabas y si perdías perdías.
Solo era cuestión de esperar la próxima elección para buscar la revancha, hoy las cosas han cambiado, los perdedores se suman al proyecto ganador, como trofeo e imagen de unidad, diría que ello no está nada mal, solo que el presente ha cambiado y la referencia histórica queda para el análisis como el que se presenta.
La experiencia política como escuela quedó atrás, hoy llegamos a un sistema de individualidades, el militantismo ha sido cancelado, los partidos políticos tienen dueños o grupos de poder que limitan el acceso a los ajenos y a los extraños.
Cualquiera que pierda sale ganando, los ejemplos abundan en personas y organizaciones políticas, como analista habré de reconocer los nuevos tiempos, como político observo la migración como un proceso de legitimidad y reconocimiento a los perdedores.