Buenos Aires.- La primera Luna llena posterior al equinoccio vernal carga con un profundo significado para distintas culturas alrededor del mundo. Esta luna marca el inicio de la pascua para el judaísmo y el cristianismo, y se relaciona con otras festividades que celebran el final del invierno en el hemisferio norte y el aumento de la temperatura y la luz solar que la primavera trae consigo.
De acuerdo con el Maine Farmer’s Almanac, un almanaque estadounidense que reúne los distintos nombres con los que los nativos americanos distinguían a cada Luna, el plenilunio de marzo era conocido por distintos pueblos del sur de los Estados Unidos como Luna de Gusano, debido a que se relacionaba su llegada con la reaparición de las lombrices en la tierra, una vez que las temperaturas son más cálidas.
Este fenómeno astronómico también era conocido entre las tribus de Norteamérica como la Luna de Cuervo, cuyos graznidos avisaban del fin del invierno, y recibía otros nombres como Luna de Cortezao de Azúcar.
El término superluna no tiene un origen astronómico y por lo tanto, es utilizado indiscriminadamente para referirse a la coincidencia cercana entre dos fenómenos distintos: el perigeo (el punto de la órbita lunar en el que se encuentra más cercana a la Tierra) y la Luna llena.
El espectáculo se presentó la noche de ayer y el próximo perigeo ocurrirá dos días después, cuando el satélite natural se acerque a unos 360 mil 309 kilómetros de la Tierra. De ahí que algunos consideran que se trata de la primera superluna del año.
A diferencia de las primeras lunas de 2021, este plenilunio fue uno de los más cercanos a nuestro planeta de todo el año, de modo que durante las noches del 29 y 30 de marzo, podrá observarse ligeramente más grande que el promedio.
Xinhua